“Un valor maravilloso que tenemos es el vínculo de relación familiar que ninguna otra cultura tiene, y el otro es el apego permanente entre la fraternidad, entonces si regresamos a éste podremos ser felices”, afirmó Cecilia López Pozos, académica e investigadora de la facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx).
A propósito del Día de la Felicidad, que se celebra cada 20 de marzo, la experta aseguró que esa experiencia primaria que se aprende en familia después se reproduce con los demás, de ahí que surge la fraternidad y solidaridad, pues se ve en ese vínculo el cual, en relación con otras culturas, es el componente de salvación y estabilidad emocional.
“Los únicos que responden por nosotros y están a nuestro lado son nuestros familiares, algo que en otras sociedades no se ve y es muy particular, pues en Europa el mundo es muy individualista, además de que tienen el componente de que como la condición económica les ayuda a pagar, no lo necesitan, pero en nuestro contexto el apoyo emocional de la familia es lo que nos ayuda a superar las crisis económicas”, enfatizó.
De igual forma, aceptó que si esto se pudiera generar en la sociedad, se tendrían menos problemas, ya que actualmente el ser humano está en un estado de intolerancia con los otros, pero eso puede apoyar a salir adelante, aunque en esta generación posmoderna hay un estado de confusión de que la felicidad son momentos límites, el dinero, el poder o el control.
Sin embargo, aseveró que antes de definir un concepto general de felicidad, se debería tener un parámetro de qué es lo que realmente es la base para que alguien sea feliz, de ahí que en el contexto mexicano sería necesario ponerlo en ambientes sociológicos, pues para muchos ser feliz es tener un trabajo y tener cumplidas las necesidades básicas primarias como es casa, vínculos familiares y un apego afectivo en nuestro contexto.
Asimismo, resaltó la necesidad de ver cómo la persona procesa la información del mundo, el aspecto social y cognitivo, pues en la cultura mexicana se tiende mucho a generalizar realidades y contextos, y eso hace que cada individuo tenga una particularidad y un concepto de felicidad, aunque es importante ver, escuchar, oler y contactar porque, con base en ello, es que se procesa lo que llega al cerebro.
Explicó que por la experiencia clínica, ha escuchado que la gente siempre está en un círculo vicioso de ver, escuchar y oír situaciones sociales deteriorantes que se traducen en una información negativa para el cerebro y, una vez que están dentro, lo procesa como un estado emocional negativo o positivo, por lo que depende mucho del proceso social y de qué introduce en su cerebro y se complementa con el aspecto trascendental.
Además, dijo que otro aspecto es el estilo, la calidad y el fin de la vida, ese del que algunos teóricos dicen que los mexicanos son muy felices porque conviven con el ambiente infantil y es verdad, además de que el clima ayuda para ser más efusivos emocionalmente, porque el contexto ayuda.
Aunado a lo anterior, mencionó que mucho tiene que ver la idea de para qué vive alguien y eso es un referente muy particular en esta cultura, pues se debe tener un fin claro de la vida, si es para su propia identidad, para no depender de los demás o si también sirve y se tiene la habilidad de estar acompañado y acompañar.
FELICIDAD DIARIA
Señaló que otro aspecto de la prueba de qué tan bueno se es para ser feliz, es el de cómo se elabora la vida en lo cotidiano, pues aunque la felicidad no es llegar a una meta y llegando a ella sea feliz, sino que se elabora todos los días con lo cotidiano y ese estado de bienestar, tranquilidad y paz hace que se tenga un buen estado de ánimo.
Por ello, sentenció, se ha probado que la gente que es feliz tiene menos enfermedades cardiovasculares y es más productiva en su trabajo, además de que tiene relaciones laborales y personales a largo plazo, es decir, que los vínculos y compromisos son estables, además de que tiene mucha facilidad de creatividad para resolver problemas cotidianos, así como que sonríe más y está de buen humor.
FELICIDAD PLENA
Sostuvo que esta condición se construye a través de un proceso o ciclo de vida del ser humano, pues la felicidad de un niño es estar con su madre; en el siguiente paso, la construcción del pensamiento lógico-matemático, que es disfrutar aprender a leer.
Después, añadió, se pasa al segundo, que es la adolescencia, donde esto depende de cómo se identifica con el otro, en grupo o individualmente.
Posteriormente, agregó, viene la juventud, que es donde la persona comienza a construirse y a tener identidad solo o con otra persona para compartir la vida y, en la fase adulta, el cómo construye su mundo interno y social, así como de qué forma colabora con la sociedad y, finalmente en la vejez, un modo de prepararse para que el ciclo termine.
LA SOLEDAD
Finalmente, afirmó que la soledad no es patológica, pues el hombre necesita espacios de aislamiento, pero lo que realmente importa es cómo en esa soledad elabora su propia identidad, es decir, cómo elabora la vida feliz, lo que es como una receta y un modelo de aprendizaje, tener la conciencia de que la vida es un instante y, por eso se goza y se disfruta, porque una vez que pase ese instante viene otro y hay que elaborarlo.
CUESTIÓN DE SALUD
se ha probado que la gente que es feliz tiene menos enfermedades cardiovasculares y es más productiva en su trabajo.
TEORÍAS
Algunos Teóricos dicen que los mexicanos son muy felices porque conviven con el ambiente infantil, además de que el clima ayuda para ser más efusivos emocionalmente.
Cecilia López Pozos, Investigadora de la UATx
“Los únicos que responden por nosotros y están a nuestro lado son nuestros familiares”
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