Niña migrante se esfuerza por encontrar a su papá

En sus ojos brilla la luz de la esperanza por encontrar una vida mejor

Tomás Baños | El Sol de Tlaxcala

  · martes 16 de enero de 2024

Hay una veintena de hondureños a la espera del paso de la “Bestia de Acero", para continuar su recorrido en su soñado viaje hacia los Estados Unidos de América (EE. UU.). Tomás Baños | El Sol de Tlaxcala

Cuando tenía dos años, mi papá se fue a los Estados Unidos y como ya no me llama (por teléfono) le pedí a mamá que fuéramos a buscarlo, expresa Marien N., una niña hondureña de nueve años de edad, de tez morena y cabello rizado.

Frente a la casa del migrante “La Sagrada Familia” de Apizaco, Marien y Mateo -su medio hermano- corren sobre las vías del tren. Ambos soñaban con tener un trenecito de juguete, expresa Eliza, la madre de ellos.

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Hay una veintena de hondureños a la espera del paso de la “Bestia de Acero", para continuar su recorrido en su soñado viaje hacia los Estados Unidos de América (EE. UU.). Tomás Baños | El Sol de Tlaxcala

Ahora que lo ven frente a frente no pierden detalle en admirar el movimiento de las potentes máquinas de Ferrosur que arriban a la estación de Apizaco.

Unas locomotoras salen del extenso patio, otras ingresan provenientes del puerto de Veracruz, Puebla y Ciudad de México.

En el mismo sitio hay una veintena de hondureños a la espera del paso de la “Bestia de Acero", para continuar su recorrido en su soñado viaje hacia los Estados Unidos de América (EE. UU.).

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Se llama Josué y lo extraño mucho, él está en San Antonio Texas, tenemos que encontrarlo, ahora está enojado porque sabe que andamos viajando por México, explica Marién.

A mi papi me lo mataron allá en Valle de Honduras, ya no tengo miedo, pues mi mami y mi hermanita me lo cuidan”, expresa Mateo N. quien, a sus cinco años, ha vivido violencia, enfermedad y hambre.

Llevamos muchos días de viaje a veces nos quedamos en un hotel, otras en la terminal de autobuses y en los albergues, recuerda Marien.

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Ella no sabe que un 16 % del millón de hondureños migrantes y en tránsito que han abandonado su país y trabajan en EE. UU. lo hacen para reunirse con sus familiares.


Pero sí entiende que salió de su país ante la inseguridad en que vivía su progenitora.

Ahora, en sus ojos brilla la luz de la esperanza por encontrar una vida mejor en el país donde circulan los billetes verdes, es decir, los dólares.

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-Eliza, dígame, ¿cuál fue el motivo por el cual abandonó con sus hijos San Pedro Sula?

-Ante el interrogatorio, la madre respondió: “los mara salvatrucha amenazaron con matarme, no me quedó de otra que huir de noche con ellos”.