Como si fuera zona de guerra terminó el Centro Histórico de Tlaxcala tras la marcha del 8M, en la que cientos de mujeres exigieron a los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial asumir su responsabilidad, garantizar el respeto a sus derechos y poner un alto a todo tipo de violencia contra las mujeres.
Sin embargo, las exigencias de justicia por parte de las víctimas y las peticiones para consolidar la igualdad y terminar con la impunidad a cargo de colectivos y asociaciones civiles, otra vez se perdió y fue opacada por los disturbios provocados por feministas radicales.
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Fue solo durante la protesta efectuada sobre vialidades principales de la capital donde sonaron las voces, donde madres y padres de familia exigieron justicia para sus hijas, donde decenas de asistentes demandaron a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros no ser omisa de la situación violenta que viven las mujeres de Tlaxcala, haciendo hincapié en la trata de personas y en las muchas desapariciones de niñas y adolescentes.
Al grito de “No estás sola”, “Justicia”, “Vivas se las llevaron y vivas las queremos” y “Si te pega no te ama”, el contingente integrado por mujeres de todas las edades y uno que otro hombre urgió a terminar con la violencia, con el acoso, con las agresiones, físicas, verbales, psicológicas y económicas, y principalmente investigar y sancionar todos los delitos.
Protesta subió de tono en el Centro Histórico
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Una vez que los dos contingentes llegaron a su destino, en el Centro Histórico, la protesta subió de tono hasta volverse violenta, con un saldo preliminar de daños materiales al patrimonio de la entidad, una que otra persona con heridas superficiales provocadas por piedras o palos, y algunas otras con las secuelas propias del gas proveniente de extintores. No hubo reporte de personas detenidas.
Con muros metálicos más resistentes que los utilizados el año pasado fueron cercados no solo el Palacio de Gobierno, sino también el acceso principal al Conjunto Conventual y Catedralicio de Nuestra Señora de la Asunción, cuyo interior fue resguardado por policías antimotines.
Un kiosco vandalizado cuya puerta fue incinerada, lámparas rotas, jardineras destrozadas, adoquines levantados, consignas pintadas en distintos tonos sobre el piso de la plaza principal, fuentes pintadas, basura, restos de metal, de madera, de cristal, piedras, tierra, tela, papel y ceniza, quedaron esparcidos sobre el pavimento, principalmente frente al Palacio de Gobierno.
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Una vez más los cristales de los balcones de Palacio de Gobierno fueron destrozados, los marcos de las ventanas y puertas sufrieron algunos desperfectos ocasionados por los objetos que fueron lanzados por las inconformes.
Pero ahora, en la marcha de este 2023, la barrera de metal colocada para proteger ese importante inmueble histórico sí resistió los embates de las mujeres que de esa forma expresaron su molestia y encono por el escenario que enfrentan, al ser constantemente violentadas de distintas formas, pero principalmente por el hecho de ser mujeres.
Y lo que en un principio parecía un movimiento pacífico a los pocos minutos de haber arribado a la Plaza de la Constitución se convirtió en un enfrentamiento de mujeres con una cerca de fierro que no pudieron vulnerar, pero que tapizaron de demandas, de fichas de búsqueda, de consignas dirigidas a los tres poderes del Estado y hasta de fotografías de hombres a quienes acusan de presuntamente haber incurrido en acoso sexual y abuso de poder.
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Piedras, palos, trozos de adoquín, botellas con tierra, pedazos de madera, los postes de las lámparas del alumbrado público y cualquier objeto cercano se convirtieron, en armas blancas para intentar derribar ese muro, pero también para intentar tambalear a los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que desde el otro lado reforzaban el resguardo del edificio.
Y aunque en varias ocasiones las feministas e integrantes de colectivas “cantaron victoria” por haber logrado su cometido de derribar la resistente valla, no fue así, la cerca permaneció inmóvil ante las miradas atónitas y hasta impotencia de algunas de las manifestantes.
La insistencia de las feministas fue interrumpida cuando los efectivos intentaron dispersarlas al lanzar, por lo menos en cinco ocasiones, bombas de gas lacrimógeno, y después al pretender rociarlas con agua a través de una tanqueta, táctica que fue saboteada por un hombre que se subió al vehículo blindado para manipular la manguera.
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Por varios minutos, las inconformes aventaron un sinnúmero de objetos a los elementos de seguridad, quienes en respuesta a las agresiones directas y a los daños ocasionados a los bienes muebles lanzaron polvo de extintores, y por más de dos horas permanecieron detrás del cercado.
Alrededor de las 18:30 horas, cuando parecía que la protesta había llegado a su fin, un reducido grupo de mujeres y algunos hombres nuevamente calentó la zona al retomar su intento de derribar el armazón, pero casi de forma inmediata fue repelido por los uniformados, quienes decidieron lanzar gas lacrimógeno.
Con ello, la mayor parte de las asistentes se retiró, pero las pocas personas que quedaron en la zona rompieron aquello que estuvo a su alcance y que se había salvado de ser siniestrado, como algunas lámparas y estructuras de las jardineras.
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Los ataques a la valla colocada para proteger el patrimonio histórico fueron interrumpidos cuando los efectivos intentaron dispersar a las manifestantes con bombas de gas lacrimógeno, y después al pretender rociarlas con agua a través de una tanqueta, táctica que fue saboteada por un hombre que se subió al vehículo blindado para manipular la manguera
Cientos de asistentes demandaron a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros no ser omisa de la situación violenta que viven las mujeres de Tlaxcala, haciendo hincapié en la trata de personas y en las muchas desapariciones de niñas y adolescentes.
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- 2 horas y fracción duró el intento de algunas manifestantes por derribar las vallas metálicas que protegían el Palacio de Gobierno, hasta que fueron dispersadas por la autoridad con el uso de una tanqueta de agua.