Como consecuencia del cierre de la parroquia de San José después de presentar daños estructurales severos por el sismo del 19 de septiembre de 2017, el templo se sostiene con dificultades económicas por el debilitamiento en la prestación de servicios y la disminución de la llegada de turismo local, nacional e internacional.
En entrevista, el párroco responsable, Marco Antonio Padilla Aguilar, comentó que a menos de un mes de que se cumplan dos años de que la iglesia se mantenga cerrada, se han alejado algunos feligreses, al reducir de manera considerable el espacio para las celebraciones religiosas.
Señaló que aunque esté inhabilitado se tienen que cubrir gastos de electricidad, luz, agua y teléfono, además de que se adaptó una sede alterna, incrementando el número de trabajadores que se tienen que encargar del cuidado del arte sacro para evitar saqueos “eso ha generado un problema económico”.
Aseveró que el reducido espacio con el que actualmente cuentan, no permite que se puedan llevar a cabo celebraciones en masa, disminuyendo los ingresos con los que se solventaban los gastos de mantenimiento de la parroquia, pagos que se han cubierto con donativos externos.
“Esto ha provocado una disminución de la presencia histórica, de arte y fe, por encontrarse cerrada la parroquia al público, lo que ha tenido también consecuencias negativas para los comerciantes al disminuir de manera considerable la llegada de gente”, agregó.
El pasado 19 de agosto iniciaron los trabajos de restauración en una segunda etapa del templo, que fue uno de los 134 que resultaron dañados por el movimiento telúrico registrado en septiembre de 2017, en este caso se destinó un presupuesto de 9.1 millones de pesos, recursos que serán utilizados para atender los daños estructurales.
La inversión será aplicada para rehabilitación de las estructuras de las bóvedas con materiales lo más apegado a los originales, consolidación de fisuras y grietas.
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