Los panaderos no sienten lo duro sino lo tupido. El coronavirus no solo apagó las ferias, también los principales espacios donde obtenían, con sus ventas, dinero para el sustento familiar.
Pero la crisis va en cadena. Sin ferias patronales no hay panaderos y sin panaderos los negocios de materias primas no registran ventas.
Lo cierto es que los panaderos de San Juan Totolac y San Juan Huactzinco no han podido comerciar el producto. Lo que antes era fiesta ahora es un dolor de cabeza. Se sienten ahogados.
Antes iban a las ferias y ahora les va como en feria. Así que de la fiesta, pasaron a la desesperación.
HASTA FUI A CORTAR TOMATE
Lo que son las cosas. El coronavirus los dejó sin ingresos y la familia Juárez Lozano, originaria de Huactzinco, vendía el producto para obtener dinero para comer y para pagar las colegiaturas de sus hijas, que estudian medicina y enfermería.
“Van a escuelas particulares, en donde se deben pagar hasta las vacaciones y nosotros sin ventas, así que fui a suplicarle a los directores que me dieran oportunidad, pues nosotros somos vendedores ambulantes y por la pandemia dejamos de salir tres meses seguidos”, cuenta doña Reina Lozano Guzmán. Rememora que, apenas hace una semana, el horno volvió a prenderse, pero fue para la elaboración de un bulto y medio de harina, cuando comúnmente horneaban de tres a cinco.
Desde hace años, dice que le detectaron diabetes, así que la enfermedad y su edad la ubican dentro de los grupos de alto riesgo si llegara a contagiarse de Covid-19, por lo que ya no sale de casa.
“A pesar de que las ventas han bajado un 50 %, mis hijas y mi esposo siguen saliendo a vender a la Ciudad de México, pero usan cubrebocas y guantes, cuando llegan a casa se quitan la ropa y zapatos para entrar a bañarse y prevenir el contagio”, sentencia.
Por su lado, don Juan Juárez Nava señala que “cuando ya de plano no pudimos vender pan, fui a Santa Apolonia Teacalco a cortar tomate, me pagaron 50 pesos por arpilla recolectada, tenía que juntar al menos cuatro para sacar 200 pesos al día y con ello comer”.
NO QUIEREN DÁDIVAS, QUIEREN TRABAJAR
Por su parte, doña Irene Santacruz Jiménez, miembro del Gremio de Panaderos de Totolac y dedicada al oficio desde hace más de 25 años, aclara que “no queremos que nos den, queremos que autoricen la instalación de ferias ya para poder trabajar, pues los panaderos somos personas de trabajo, no nos gustan las dádivas”.
Resalta que gracias a ese trabajo pudo sacar adelante a su familia, pues fue la primera en darle valor agregado al producto y logró posicionarlo a nivel nacional en las ferias importantes del país.
Recuerda que, antes de la pandemia, casi todo el año estaba fuera de casa para cubrir las exposiciones, por ejemplo, en enero asistía a la de Arcelia, Guerrero; en febrero a Iguala; en marzo a Lázaro Cárdenas, Michoacán. Abril y mayo los pasaba en Hermosillo, Sonora.
“Todo junio decidimos descansar, pues íbamos a Ciudad Juárez, pero como sacan al santo patrono San Juan, mi marido le prometió que mientras viviéramos íbamos a adornar la calle para su paso”, soltó.
Así, antes de la emergencia sanitaria, en julio también iban a la feria de Zacatepec; en agosto asistían a Huamantla; en septiembre a Tlatlauquitepec, Puebla; en octubre Zaragoza, Puebla; en noviembre a las festividades de Todos los Santos y finalmente en diciembre atendían la fiesta grande de Jojutla de Juárez, Morelos; pero todo quedó cancelado.
Santacruz Jiménez subraya que están viviendo de los ahorros, pero ya se acabaron, por lo que todos los viernes, sábados y domingos elaboran pan de fiesta para la venta a través de la plataforma Facebook, y ahí aparecen como Familia Mestiza.
DAÑO COLATERAL
José N., uno de los principales proveedores de materias primas de Totolac, señala que sus ventas bajaron en un 50 %, comparadas con el mismo trimestre del año anterior.
“A los panaderos no les han permitido la venta foránea, lo cual ha generado un efecto dominó, si ellos no venden, nosotros también vemos mermadas nuestras ventas”, asevera.
Aunado a esa situación, detalla que los costos se han elevado sustancialmente. Por ejemplo, el bulto de azúcar ahora cuesta 970 pesos y anteriormente valía 780 pesos; la manteca vegetal de 24 kilos tiene un costo de 600 pesos y antes valía 500 pesos; el huevo por caja bajó de 35 a 25 pesos, pero el bulto de harina pasó de 300 a 500 pesos.
970 pesos cuesta el bulto de azúcar, 600 pesos la manteca vegetal y 500 pesos el bulto de harina.
Reina Lozano Guzmán, panadera de Huactzinco
Le pido a Dios que nos cuide y nos permita ver realizadas a nuestra doctora y enfermera… tenemos miedo que su profesión las ponga en riesgo, así que oramos mucho por ellas”
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