Panchita, la abuelita que desafió las barreras del tiempo y el género para convertirse en maestra

Francisca Cruz, una docente jubilada, se dedica a la danza y cuida a su extensa familia a los 83 años

Mónica Vargas / El Sol de Tlaxcala

  · martes 27 de agosto de 2024

Francisca Cruz vive en Tlaxcala desde los 14 años. Mónica Vargas / El Sol de Tlaxcala

Francisca Cruz Vidal, mejor conocida como "Panchita", ha vivido en Tlaxcala por más de siete décadas, pero sus raíces se hunden en la mixteca poblana, donde nació hace 83 años. A los 14, montada en un burro y con el corazón lleno de sueños, emprendió un viaje que marcaría el inicio de una vida dedicada al servicio y la educación.

 

 

Recuerdo que mi padre no quería que estudiara, decía que las mujeres no necesitaban educación superior, relata doña Panchita, mientras su mirada se pierde en los recuerdos de su juventud. "Pero mi madre, que siempre creyó en mí, me ayudó a escapar y llegar a Tlaxcala. Aquí, unos familiares me acogieron, y así comenzó mi historia".


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Con determinación, Panchita ingresó a la Escuela Normal, donde estudió dos años antes de obtener su primer trabajo como maestra interina. Eran tiempos difíciles, pero nunca dejé de luchar por mi sueño, comenta con orgullo. Tras completar su formación, comenzó su carrera docente que se extendería por 42 años en diversos municipios de Tlaxcala, como Nativitas, Totolac y Xalostoc.


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UNA DOCENTE QUE DEJÓ HUELLA EN EL AULA Y EN SU HOGAR

Durante más de cuatro décadas, Francisca Cruz se ganó el cariño y respeto de generaciones de estudiantes. Su labor no solo se limitó al aula, pues en la comunidad de Panotla, donde reside, es recordada por su incansable entrega y compromiso con la educación.

A pesar de su dedicación a la docencia, Panchita nunca descuidó a su familia. Madre de tres hijos, abuela de diez, bisabuela de catorce y tatarabuela de uno, Francisca se enorgullece de haber construido un legado familiar tan extenso como amoroso.


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Cada mañana, aún prepara el desayuno para sus bisnietos y los cuida mientras sus padres trabajan. La familia es lo más importante. Nunca dejé que mi trabajo me alejara de ellos, asegura con una sonrisa.

UNA BAILARINA QUE DESAFÍA EL TIEMPO

 

 

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Cuando la maestra Panchita se jubiló, no se permitió descansar. Decidió que era el momento de entregarse a su segunda gran pasión: la danza. Con la misma energía que la caracterizó en las aulas, se unió al grupo Xiadani, un colectivo de danza folclórica conformado mayoritariamente por mujeres de entre 60 y 80 años. "Aquí, todas somos jóvenes de corazón. La danza nos da vida", afirma.

A pesar de ser la integrante de mayor edad, su entusiasmo y compromiso son un ejemplo para el resto de sus compañeras. En un principio, era muy ágil, pero con los años el cuerpo cambia. Sin embargo, eso no me impide moverme, confiesa.

 

 

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Hoy, a sus 83 años, Francisca Cruz Vidal es un recordatorio de que la edad es solo un número cuando se trata de perseguir los sueños. Su historia, tejida con hilos de esfuerzo, amor y arte, es un ejemplo inspirador para las nuevas generaciones de su familia.

Mi mayor gratitud es tener salud para seguir disfrutando de lo que amo, concluye Panchita, dejando claro que su legado continuará vivo, tanto en las aulas que alguna vez llenó de conocimiento, como en los escenarios donde hoy sigue brillando.