La violencia, pobreza, enfermedades, la soledad y la discriminación son manifestaciones de la cultura de la muerte, llagas de Jesús que los sacerdotes deben curar, sostuvo el Obispo de la Diócesis de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino.
En la homilía de la Misa Crismal de Jueves Santo y renovación de las promesas sacerdotales, destacó que de la misma forma que los padres comparten la riqueza, sencillez y sensibilidad espiritual y apostólica del pueblo, también conocen la pobreza, las inquietudes y preocupaciones de los trabajadores, campesinos y de las familias.
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Ante clérigos de toda la entidad y fieles reunidos en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en la capital, llamó a curar a los jóvenes que están en busca de sentido, el sufrimientos de los enfermos, la soledad de los ancianos, la marginación de las familias pobres y de muchas personas y la violencia intrafamiliar.
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Así también la falta de reconocimiento de la dignidad de la mujer, el rechazo de los migrantes, la carencia de paz, el descuido de la casa común, la contaminación de los ríos que causa enfermedades renales y de cáncer, la violencia, el secuestro y la indiferencia.
"Queremos que el espíritu del Señor esté sobre nosotros para anunciar buenas noticias, que nuestras acciones y nuestras palabras sean acontecimientos de gracia para los pobres y para todos aquellos que han perdido el sentido a su vida y carecen de esperanza", externó.
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Previo a la bendición de los Óleos de los Catecúmenos, de los Óleos de los Enfermos y la consagración del Crisma, Salcedo Aquino lamentó que "personas ilustradas" consideren como una superstición la devoción de los católicos.
"El que aprende a ungir y a bendecir se salva de la mezquindad, del abuso y de la crueldad... Ungimos perfumándonos las manos al tocar la fe, esperanzas, fidelidad y generosidad incondicional de la entrega del pueblo que muchas personas ilustradas consideran como una superstición", expresó.
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Lo anterior, después de conminarlos a esparcir bien el Crisma en la frente y en las manos de los ungidos, porque de esa forma será renovada su propia función sacerdotal y eso quiere decir que no son repartidores de aceite en botella, sino ungidos para ungir.
Comentó que con el sacerdocio Dios los ha elegido y los ha hecho partícipes de su ministerio de salvación, y en este día en el que renovaron sus promesas les cuestionó sí serán capaces de abrir los ojos del ciego y de liberar al cautivo.
"Hermanos sacerdotes, dejemos que el espíritu santo obre, descienda y actúe sobre nosotros, porque él nos ha ungido el día de nuestra ordenación sacerdotal para que como Jesús llevemos a los pobres buenas noticias, liberemos a los oprimidos y proclamemos el año de gracia del señor", añadió.
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En la misa pidió orar por los sacerdotes que recientemente fallecieron: Ranulfo Méndez Flores, Agustín Hernández López, Donato Zempoalteca Briones y el diácono permanente Eduardo Velázquez Vázquez. Y también por los padres que viven situaciones de crisis y de búsqueda.
Ahí, les agradeció el acompañar al pueblo, por su inserción en las realidades de las comunidades, por estar y por saber estar con la gente, por la alegría que comparten y por sanar las llagas de los más necesitados.
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A la celebración eucarística acudieron cofradías y mayordomías de distintas partes de la entidad, para acompañar a los párrocos de sus respectivos municipios quienes hoy celebran el Día del Sacerdote.