Productores de 10 comunidades de Puebla y Tlaxcala, cumplen cuatro décadas de lavar la producción de hortalizas con aguas residuales provenientes del río Atoyac. A un kilómetro del afluente que nace en las faldas del Iztaccíhuatl, los hombres del campo desvían el agua contaminada por desechos domésticos y químicos del Parque Industrial Quetzalcóatl instalado en Texmelucan, Puebla.
Frente a la lavandería abandonada desde la administración de Alfonso Abraham Sánchez Anaya en tierras ejidales del municipio de Tepetitla de Lardizábal, represan el agua en estanques para utilizarla. De hecho, hasta construyeron un capilla para venerar a San Isidro Labrador a quien le piden que el recurso no renovable no falte hasta ese lugar.
Las cosechas de cebolla cambray, cilantro, lechuga, chile, epazote, rábano y coliflor con sembradas frente al Centro de Investigación y Biotecnología Aplicada, del Instituto Politécnico Nacional, y las cosechan antes de la primavera pues con del ciclo otoño-invierno. Luego, son trasladadas hasta ese lugar para retirarles la tierra. Ahí, campesinos (niños, adolescentes y adultos) ingresan al cuerpo de agua con los manojos de verduras.
Una vez que retiran las limpian son cargadas en camionetas, luego las venden en mercados de la región, específicamente en el tianguis de San Martín Texmelucan.
Los comerciantes que se dedican a la venta de tacos son los principales compradores de las verduras que acompañan al prepararlas con carne de res, cerdo y borrego.
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