Ranulfo Rojas es sacerdote pero su pasión son los toros

La corrida de las Luces que tuvo lugar este sábado en honor a la virgen de la Caridad de Huamantla

Tomás Baños | El Sol de Tlaxcala

  · lunes 16 de agosto de 2021

El párroco Ranulfo Rojas, participa en la procesión de la virgen de la Caridad, en la corrida de las luces en Huamantla / Tomás Baños | El Sol de Tlaxcala

Ranulfo Rojas Bretón estudió teología durante varios años, para servir a su comunidad, llevando el mensaje de Dios. Sin embargo, es un apasionado de la fiesta brava y del futbol.

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En la corrida de las Luces que tuvo lugar este sábado en honor a la virgen de la Caridad de Huamantla, demostró su amor, consagración y pasión. La mayoría sabe que es un fiel seguidor del América, el club de sus amores, pero para no caer en contradicción, se presenta a la Taurina de Huamantla con una playera de la Selección Mexicana de Futbol.

Ranulfo Rojas detrás del micrófono en la fiesta brava / Tomás Baños | El Sol de Tlaxcala

Ahí, empieza su trabajo religioso como pastor de la iglesia católica. El agradecimiento a Dios con la entrada de la virgen de la Caridad a la plaza de toros.

Ranulfo Rojas conduce la oración. Para la edición 103, el recinto lució espléndido, con una alfombra circular de flores multicolores y una corona de dalias al centro. La corrida de las luces, tiene como ritual, -previo a la lidia- que todos encienden una vela para que, a media luz, la patrona de los huamantlecos pase en procesión por el ruedo.

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Todo este ritual litúrgico se hace en menos de 20 minutos, pues la gente que ha estado aislada por la pandemia, exige espectáculo, para eso pagó. En cuestión de minutos, lo que fue un recinto sagrado y de arte efímero, desaparece; la fiesta brava está por comenzar.

Para entonces, Ranulfo Rojas, ataviado en suéter y mezclilla, se encontraba detrás del micrófono, reunido con reporteros y fotógrafos de la televisión y prensa escrita. Desde los tendidos, -lugar asignado para la prensa-, el religioso comenzó a narrar a su estilo. Y se enojaba cuando el matador no se entendía con la muerte sagrada del animal.

En el quinto de la noche, el respetable aplaudió la faena, exigió una oreja al Juez de plaza y este fue voluntarioso. La suerte estuvo con Valadez y se escuchó la clásica que dice: "¡viva Aguascalientes!".

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Al final, los maestros del arte, fallaron con el acero en repetidas ocasiones, ante la rechifla de la gente.

En el último toro de la noche, Macías el de Huamantla, no tuvo suerte, para entonces el religioso había abandonado la plaza contrariado por lo ocurrido.

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