A la usanza de Chavela Vargas, Rosalba Delgadillo Torres nació en la Ciudad de México, pero ella se considera tlaxcalteca. Descubrió su amor por esta entidad en marzo de 1977, cuando era estudiante de Arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y fue enviada a trabajo de campo en la recién descubierta zona arqueológica de Cacaxtla.
Si bien las exploraciones en este sitio le ayudaron a reunir los créditos necesarios para sus clases prácticas de un mes, el viaje también significó un parteaguas en su vida como profesionista en el estudio de las sociedades humanas del pasado.
Investigadora, articulista, profesora y conferencista, Rosalba Delgadillo es una de las mujeres más destacadas del último siglo en la arqueología mexicana, quien desde hace casi 50 años fue adoptada por Tlaxcala.
EL APORTE
Rosalba Delgadillo participó como estudiante en excavaciones de entierros humanos en el proyecto Cacaxtla, donde su acompañada de su equipo descubrió ofrendas y restos de humanos sacrificados.
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Más adelante, fue invitada a colaborar de manera formal en el centro regional Puebla-Tlaxcala del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) donde analizó materiales hallados en la excavación en los años setenta. Cabe señalar que, cuando el centro regional se separó, la arqueóloga eligió Tlaxcala para trabajar y para vivir.
En 1980 inició junto con Andrés Santana la exploración de la zona arqueológica de San Cristóbal Tepatlaxco, el cual se creía era un asentamiento otomí y dilucidaron que en realidad se trató de un lugar de tradición local.
En 1985 se suscitó uno de los momentos claves de su carrera: el descubrimiento del mural del Templo Rojo. Las pinturas de este lugar representan creencias mesoamericanas fundamentales sobre el Cerro de los Mantenimientos, la fertilidad y el inframundo.
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Desde este edificio se conservan un pasillo, una banqueta y un pasaje escalonado, donde predominan pinturas murales con características mayas y predomina el color rojo, de ahí proviene el nombre del templo.
Ese mural se excavó completamente hasta 1988 y a partir de entonces inicié mi trabajo en materia histórica y me adentré al mundo de Tlaxcala, relata en entrevista con El Sol de Tlaxcala.
Estudió y dio fe de temas trascendentes en la historia local a partir del siglo XVI como la llamada “diáspora tlaxcalteca” y el Lienzo de Tlaxcala. Además, en ese momento inició su faceta como docente de diferentes universidades de Tlaxcala y Puebla.
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En el proyecto Cacaxtla se hizo experta en clasificación de cerámica, lo que la llevó años más tarde a fundar en 1996 la Ceramoteca del Centro INAH Tlaxcala, extinto actualmente.
Por el cariño que le tiene a la divulgación, la investigadora se ha convertido en un referente de aprendizaje, pues a través de distintos medios y con un lenguaje cercano a los lectores, se ha encargado de distribuir datos de trascendencia para los residentes de Tlaxcala desde hace décadas.
La Arqueología es de lenguaje técnico y muchas veces los colegas presuponen que es entendible por todas las personas, pero no siempre es así, por eso he tratado de llevar la cultura de Tlaxcala al lenguaje universal, explica.
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Al respecto de su profesión asegura que hoy “no existe brecha de género”. Desde que tiene memoria, siempre ha existido paridad en la Arqueología.
“La Arqueología es de datos duros y me acostumbré a trabajar por mí, nunca por una competencia de género”, asegura.
Por sus aportaciones a la historia de Tlaxcala, Rosalba Delgadillo recibió el reconocimiento “Juventino Sánchez de la Vega” de parte de la Sociedad de Geografía, Historia, Estadística y Literatura del Estado en 2022. Al año siguiente, también fue acreedora de la Presea Xicoténcatl Axayacatzin “Identidad y Fortaleza” por la presidencia municipal de Tlaxcala.
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- Actualmente, Rosalba continúa compartiendo sus conocimientos en diferentes sedes de la región, sin dejar de aprender aquello que le apasiona.