No hay día que Epifanio Pluma Meléndez salga de su casa sin persignarse ante la Santa Cruz, para que guíe su camino diario desde La Magdalena Tlaltelulco hasta la obra de construcción que edifica en Amaxac de Guerrero.
De oficio albañil, con 62 años de edad, su fe católica le brinda fortaleza para enfrentar una jornada larga y pesada de trabajo. Ni sufre ni se acongoja, mucho menos tiene pretextos para faltar o llegar tarde a la obra donde es el “maistro”, como coloquialmente le dicen. Él, como todos los trabajadores de la construcción, este tres de mayo festejan el Día de la Santa Cruz, algunos con trabajo y muchos otros con comida que brindan sus patrones.
LA HISTORIA
Según el órgano informativo de la Arquidiócesis de México, denominado “Desde la Fe”, la festividad se generó después de que Santa Elena encontró las reliquias de la cruz donde murió Jesucristo.
Luego llevó fragmentos de madera y un poco de tierra a Roma, donde la esparció en el salón conocido como Sessoriano; asimismo, mandó a edificar una iglesia que recibió el nombre de Santa Cruz de Jerusalén.
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Para erigir dicho templo, Santa Elena empleó a un gran número de trabajadores de la construcción, que iniciaron la obra un tres de mayo, por esa razón se celebra litúrgicamente el Día de la Santa Cruz, a la que en México se encomiendan muchos fieles devotos, pero principalmente albañiles, arquitectos e ingenieros.
LA SANTA CRUZ SALVÓ A LÁZARO
En cada albañil hay una historia personal, cada uno enfrenta los retos de la vida, que a pesar de las adversidades, saben construir su bienestar personal y familiar, gracias a los cimientos que tienen en el catolicismo y su devoción a la Santa Cruz.
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Lázaro Muñoz Muñoz cuenta con 63 años de vida, es originario de San Pedro Muñoztla, municipio de Santa Ana Chiautempan y, los últimos cuatro lustros, los ha dedicado a la albañilería, ofició que combina con la agricultura.
Empero, hace 14 años sufrió un accidente con una picadora de zacate, ahí perdió su mano y el tercio distal de radio y cúbito derecho (antebrazo).
A raíz de eso, cayó en profunda depresión por su discapacidad, al no contar con su principal herramienta de trabajo, su mano derecha.
En ese tiempo, lo único que pensó era terminar con su vida por sentirse una persona inútil, nada levantaba el ánimo de Lázaro, hasta que encontró paz espiritual cuando estuvo frente a la Santa Cruz, la imagen de su devoción.
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Ahí recordó, dijo, que la vida la da y quita el Señor, así que con el respaldo moral de sus hijos, comenzó sesiones de terapia psicológica, que coadyuvaron a quitarse ese trance mental y actualmente está totalmente convencido de que una señal divina de la Santa Cruz lo tiene aún en el plano terrenal.
Así que después de ese trauma, volvió al trabajo de la construcción y actualmente no tiene barreras para agarrar la pala, cargar el material de la construcción u otra misión que tenga que enfrentar.
ADOLFO ENFRENTÓ EL COVID-19
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Septiembre de 2020 no lo olvidará Adolfo López Zepeda, trabajador de la construcción originario del barrio La Frontera, de Amaxac de Guerrero, pues fue el mes cuando se contagió de Covid-19.
Padre de tres hijos, compartió con El Sol de Tlaxcala que afortunadamente su familia libró la pandemia, pero él estuvo al borde de la muerte, poco más de un mes estuvo aislado, con oxígeno y medicamentos, pero ya sin dinero después de que los ahorros se acabaron.
“Siempre llega un ángel cuando más lo necesitamos”, expresó, y así fue. Con un Cristo a un lado de su cama, oró por su bienestar, y en su lecho de enfermedad recibió la llamada de su patrona para preguntar por su estado de salud.
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Le dije que ahí la llevamos, pero ella me respondió que qué necesitaba, y le dije que dinero, que si me podía prestar y aceptó inmediatamente, narró Adolfo López.
De esta manera, el “maestro” de la construcción reconoce que su salud se la debe al Creador mediante su fe a la Santa Cruz y, desde luego, a su “ángel guardián” que le brindó recursos económicos para su costoso tratamiento, préstamo que fue pagado con cabalidad y agradecimiento, aseguró.
PEDRO BELLO SUFRIÓ ENCEFALITIS
Con 49 años de edad, originario de Guadalupe Ixcotla, Chiautempan, Pedro Bello Montiel sufrió años atrás encefalitis, inflamación del cerebro por una infección vírica.
Afortunadamente, su oficio de albañil era alterno a su trabajo como obrero de una fábrica de fibras y contaba con Seguro Social. Pero en aquel tiempo su futuro era incierto, no sabía si volvería a la fábrica o a las obras de construcción, pues su vida estaba en juego.
“Gracias a Dios y a la Santa Cruz aquí seguimos dándole a la cuchara grande para continuar en este oficio tan bonito que es la albañilería, aunque a veces la gente dice, ahí va ese macuarro, pero nosotros hacemos obras que perduran para varias generaciones”, expresó Pedro Bello.
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ALBAÑILERÍA SIN ORDENAMIENTO, MENOS SEGURIDAD SOCIAL
En la entidad la mayoría de las obras no cuentan con licencia de construcción que emiten los ayuntamientos, también la carencia de direcciones de desarrollo urbano impiden planear y regular el ordenamiento de los asentamientos humanos.
En este oficio son mínimos los espacios en donde existen las prestaciones de ley para los trabajadores de la construcción, como la básica, seguridad social o asistencia médica, sostienen Adolfo López, Lázaro Muñoz y Epifanio Pluma.
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Así, cada que enferman viven su propio viacrucis para solventar los gastos, además de que el trabajo a veces se convierte en alto riesgo, donde los accidentes son latentes diariamente.
La única ventaja, coincidieron los entrevistados, es que hoy en día los medicamentos genéricos tienen un precio accesible y las consultas médicas en farmacias son baratas.
EL SINDICATO, “PURA FARSA”
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Cuesta 800 pesos una placa de la CTM, específicamente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción Terraceros, Conexos y Similares de México, informaron albañiles consultados por este Diario.
Con eso, el patrón se libra de una “cuantiosa multa” –explicaron– e incluso de otorgar las prestaciones de ley a los trabajadores de la construcción. También hay placas “pirata”, revelaron.
Algunos de los trabajadores de la construcción consultados por El Sol de Tlaxcala tienen más de 20 años en el oficio, pero nunca han tenido prestaciones ni mucho menos Seguro Social, pese a que han trabajado en obras presuntamente reguladas laboralmente por la CTM, “eso es pura farsa”, dijo un maestro de la construcción.
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Todo lo anterior son escombros del pasado, hoy construyen el presente y disfrutarán del apapacho de sus patrones durante la celebración a la Santa Cruz, donde el símbolo del cristianismo es su principal cimiento y lucirá en todo su esplendor con arreglos florales. Mañana será otro día y la obra deberá continuar.
- 1,000 pesos aproximadamente gana a la semana un albañil de “media cuchara”, el “maestro” obtiene mil 400 y el chalán 600 pesos.
RETIRO
Cuando llega el momento de “colgar la cuchara”, los maestros de la construcción tienen en mente algún negocio en su domicilio o vivir sólo del apoyo para adultos mayores.