Aunque la mayor parte de las personas consideran que ser una mujer religiosa significa solo rezar y estar encerradas, la realidad es otra.
Ser madre religiosa va más allá, pues se trata de vocación, de respuesta a un llamado de Dios que requiere de hasta ocho años de formación espiritual, más los que sean necesarios para consolidar su preparación académica, y de un completo compromiso para renunciar a situaciones y actividades tan simples para el resto de las personas, como tener un trabajo remunerado.
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Y aunque hay hermanas con diversas carreras profesionales, el dinero que reúnen es usado para el sostén del instituto al que pertenecen y, fuera de esa labor, la vida de una religiosa es de oración, trabajo, estudio y de estar al servicio de los demás.
No pueden concebir hijos o hijas, pero esa no es una situación que las frustre puesto que dan a luz de otra forma, al acercar a Dios a quienes viven sin su conocimiento.
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Ser religiosa o hermanas de vida activa no es lo mismo que ser monja, pues las primeras son religiosas que se dedican a la vida apostólica, a la misión; mientras que las monjas pertenecen a los monasterios y su vida es de oración, contemplación, claustro y trabajo interno.
Para María Teresa Juárez Pérez, hermana religiosa del Instituto de Colaboradora del Apostolado Social (ICAS), ubicado en Ocotlán, municipio de Tlaxcala, ser religiosa es una forma de vida, es estar más cerca a Cristo y la oportunidad de dar testimonio de que es posible la unidad y la fraternidad en un mundo tan dividido, a pesar de que haya diferencias por la cultura, la familia, la misma forma de pensar.
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La originaria de Santa Inés Zacatelco contó que pertenece a la congregación desde hace 26 años, cuando ingresó aproximadamente a los 17 años de edad.
En entrevista con El Sol de Tlaxcala relató que su vocación para ser religiosa nació cuando estudiaba la secundaria en el colegio católico “Instituto Pacelli”, en San Pablo Apetatitlán, luego de ser invitada a participar en un retiro de infancia y adolescencia misionera.
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Indicó que mantuvo ese deseo durante los siguientes dos años, pero cuando lo externó a sus padres le solicitaron pensarlo y tomars una decisión después de terminar la preparatoria.
Así, estudió la carrera como técnica en contabilidad en el Centro de Bachillerato Tecnológico, Industrial y de Servicios Número 3 y, al cumplir 15 años, se distanció de su deseo de ser religiosa.
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Un 21 de junio, ya en tercer año de la preparatoria, acudí a la eucaristía que se hizo en la catedral de Tlaxcala para celebrar el aniversario del obispo Luis Munive y Escobar, y ahí me encontré con una religiosa de este instituto que me invitó a comer a la casa del Obispo, que ya estaba enfermo,dijo.
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Añadió que después de comer, la hermana la acompañó a la habitación del Obispo para saludarlo, momento en el que él hizo un gesto de alegría tras escuchar que Juárez Pérez quería convertirse en religiosa.
Él tenía ya dos años enfermo, entonces cuando hizo ese gesto yo me quedé impactada porque con mucho esfuerzo el Obispo me da la bendición y para mí ese momento fue cuando sentí nuevamente el deseo de ser religiosa, por ver la forma del señor Obispo, que aunque vivía postrado seguía con esa alegría y esa paz interior, mencionó.
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Destacó que ese fue el momento en el que se convenció de que quería dedicar su vida a Dios, y que el obispo fallecido en 2001 fue un ejemplo de ello.
De ahí que participó de varios encuentros y convivencias vocacionales que le ayudaron a decidir con mayor conocimiento de lo que era la vida consagrada.
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EL PROCESO PARA SER MADRE RELIGIOSA
La madre relató cómo es el proceso para convertirse en religiosa, pues conlleva varios años.
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Detalló que en todo momento tienen el acompañamiento de hermanas, primeramente de la Pastoral Vocacional, quienes las ayudan a dilucidar y aclarar sus dudas por medio de retiros, entrevistas y algunos campos misión y más adelante por medio del acompañamiento de la madre, maestra de cada etapa.
Dijo que, en su caso, le tocó acudir a la sierra de Veracruz durante una semana para convivir con personas que viven ahí, en lugares muy marginados y necesitados.
Agregó que después ingresan al Aspirantado, que se refiere a la formación cristiana y el tener contacto con la comunidad, etapa que dura otro año; luego sigue el Postulantado (un año) donde reconocen sus motivaciones e inician a trabajar sobre el área humana y el tomar conciencia sobre lo importante que es la vida comunitaria.
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La última etapa de la formación inicial, señaló, es el Noviciado, que se refiere a entrar en un ámbito espiritual, que es un contacto más profundo con Dios, el estudio y conocimiento de nuestros padres fundadores, el espíritu y carisma del Instituto.
Abundó que en total son cuatro años de formación inicial para convertirse en religiosa de votos temporales.
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Comentó que tras culminar ese proceso son consagradas mediante la profesión de votos temporales, de pobreza, castidad y obediencia, pero que si alguien declina de su propósito de ser religiosa es el momento ideal para hacerlo, y quienes deciden continuar ingresan en la etapa llamada Juniorado (seis años) que culmina cuando las madres hacen los votos perpetuos, momento en que se convierten en hermanas profesas.
- Sus labores inician a las 6:00 horas con la oración matinal y meditación, el resto del día lo dedican al trabajo apostólico o labores propias del Instituto, así como los rezos respectivos.
4 años de formación inicial se requieren para convertirse en religiosa de votos temporales.
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Su labor no solo es en Tlaxcala
La Madre Teresa Juárez Pérez compartió que en el Instituto al ser formadas como religiosas después son enviadas como misioneras a otros lugares como Monterrey, Tepic, Hidalgo y Puebla, e incluso a otros países como Angola, Italia, Estados Unidos
Nosotras nos formamos para ser misioneras y de promoción social, entonces tenemos que salir al lugar a donde nos envían,añadió.
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Explicó que, en Angola, por ejemplo, donde la guerra dejó muchos daños como una extrema pobreza y analfabetismo, no existía una estructura educativa. Actualmente hay diez hermanas mexicanas y 10 nativas ya de Angola que se dedican a la educación, a la alfabetización con el método exprés que dejó el obispo Luis Munive (fundador del Instituto) y que fue traducido para ser usado en ese país.
A eso sumó los trabajos que las hermanas llevan a cabo en internados de niñas y de adolescentes, atención a mujeres y formación femenina y hasta ayudar en los centros médicos y cáritas diocesanas.
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EN TLAXCALA
Juárez Pérez, mencionó que en el estado trabajan en el Centro de Capacitación de Ocotlán, donde apoyan a personas con discapacidad para lograr su desarrollo y crecimiento.
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En San Francisco Tetlanohcan trabajamos con un colegio, kinder y primaria en el tema de educación; en el hospital San Martín de Porres, en Apizaco, en el ámbito de la salud, y varias hermanas que se dedican a la catequesis y evangelización, indicó.
- Además de las aportaciones generosas de los feligreses, las hermanas llevan a cabo distintas actividades para recaudar fondos, como manualidades, alimentos y, cada año, una kermés el primer día de enero.
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