/ domingo 23 de febrero de 2020

Solo sembrando árboles dejaremos vida: Carlos Caballero

Carlos era originario de Tlaxco y fue, en el año 2000, Premio al Mérito Nacional Forestal

Es necesario sembrar miles de árboles en 50 hectáreas de tepetate para dejar vida a las nuevas generaciones, fueron las últimas palabras de Carlos Caballero Zamora, antes de fallecer a los 95 años de edad. Fue, de hecho, su legado.

Originario de Tlaxco, en el año 2000, recibió el Premio Nacional al Mérito Forestal, pues desde los 18 años creó vida entre rocas de tepetate con materia orgánica dejando un frondoso bosque y un legado para los tlaxcaltecas.

El Sol de Tlaxcala fue el último Diario en entrevistarlo en su casa, en abril de 2018, y el 27 de febrero de 2019 murió a la edad de 95 años.

A propósito del primer aniversario de su muerte, la familia alista un homenaje póstumo al hombre que soñó con que la patria fuera verde.

A Caballero algunos investigadores lo consideraron pionero en la transformación de tepetate a bosques en la sierra norte de Tlaxco, Tlaxcala.

De rocas de tepetate surgió el rancho El Pardo, en la sierra norte de Tlaxcala/TOMÁS BAÑOS

Para otros, era el ‘abuelo’ de la permacultura en México, al incluir la silvicultura y el ecoturismo como una forma de vida.

Otros más, opinaron que probablemente también fue el pionero de la agricultura biodinámica en el país.

Lo que es una realidad es que se especializó, al inicio de la década de los sesenta, en el manejo del bosque de pinos y oyameles.

Así que a dos mil 800 metros de altitud restableció una montaña de suelo erosionado en coníferas donde hoy habitan mamíferos, reptiles, aves y una variedad de pastos, arbustos y frondosos árboles.

Extenso bosque de coníferas, un trabajo de protección de medio siglo en rancho El Pardo, municipio de Tlaxco/TOMÁS BAÑOS

Y así, las camas de rocas de tepetate desaparecieron con el tiempo para dar paso a un bosque sano y con usos de explotación en una extensión de 50 hectáreas.

Y no solo eso, también cultivó la idea en sus hijos de sembrar un árbol y manejar el bosque en forma sustentable; en total plantó más de medio millón.

Don Carlos Caballero vivió en el rancho El Pardo, una vasta propiedad de tierra y bosque que le heredó su abuela y en la que implusó el proyecto San Isidro.

Foto: Tomás Baños

A su avanzada edad, tenía una mente lúcida, se pasaba el tiempo contemplando sus bosques y platicando con sus hijas. En gran parte del tiempo, tenía el hábito de leer y escuchar música.

“QUE LA PATRIA SEA VERDE”

“Todos decían que estaba loco, pues puse un letrero en la entrada del rancho en el que se leía 'Que la patria sea verde'”, explicó en la última charla.

-Don Carlos ¿qué está leyendo?

-“Una novela de Noa Gordon Chamán, no tiene nada que ver con la restauración de los tepetates, mi fuerte”, -contestó con gesto amable. Y mostró un escrito al que llamó Mi Fe en Tlaxcala, donde describió a Tlaxco como el llanto y el tepetate.

El hombre de ojos azules y de tez blanca, suspiraba al recordar parte de lo que hizo a favor del bosque durante su vida.

-México le debe a usted su aportación en el rescate de suelos erosionados de las piedras de tepetate a bosques ¿qué opina?

-“Empecé diciendo que la patria sea verde, pero se burlaron de mí, luego fui capaz de regresar la fauna y la flora a su lugar”.

-¿Qué le diría a la juventud?

-“Que siembre un árbol y lo cuide, que tenemos el mejor bosque en San Agustín y la región de Puebla, pero que lamentablemente se lo están acabando”.

El veterano recordó que inicialmente solo tenía planeado dejar unas muestras al colocar humus de materia orgánica en zonas erosionadas.

Pero todo era cuestión de tiempo, el hombre que nació un cinco de noviembre de 1923, comenzó a ver los resultados en menos de un lustro, “nació pasto en el área trabajada, eso me motivó, de ahí la frase que la patria sea verde”.

“LA TAREA ES QUE MIS HIJOS SUPEREN LO REALIZADO”

Rememoró que después de visitar bosques en Estados Unidos de América, conoció a León Jorge Castaños, ingeniero forestal de la Universidad Autónoma de Chapingo, persona que le dio otras herramientas en la innovación en la transformación de las rocas de tepetate.

“Durante medio siglo sembramos a tiempo, esto ha crecido y ya está fuera de mis manos, desde aquí empieza la vida, una vida saludable y limpia”, expuso.

El veterano advirtió que la tarea que deja a sus hijos es seguir con el ejemplo, para que las nuevas generaciones entiendan qué significa un árbol y lo que representa protegerlo.

“A mis hijos les corresponde contribuir con los bosques, saben mucho, por eso sé que sí podrán superar al maestro”, comentó. -Pero entre las autoridades municipales de Tlaxco no vemos capacidad de reacción, tienen la planta de tratamiento abandonada y el río Zahuapan se contamina más.

-“El gobierno no tiene esa capacidad ni la visión, tenemos que empezar los dueños del bosque y no contaminar el río que aquí nace”.

50 Hectáreas de tepetate reforestó Carlos Caballero, convirtiéndolas en un bosque sano y con usos de explotación.

4 Años tardó en crecer pasto donde antes solo había tepetate tras colocar diariamente materia orgánica en las zonas erosionadas.

Carlos Caballero, Silvicultor

Las autoridades plantan arbolitos y los dejan a su suerte, eso no sirve de nada, no se puede asumir que sobrevivirán”



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Es necesario sembrar miles de árboles en 50 hectáreas de tepetate para dejar vida a las nuevas generaciones, fueron las últimas palabras de Carlos Caballero Zamora, antes de fallecer a los 95 años de edad. Fue, de hecho, su legado.

Originario de Tlaxco, en el año 2000, recibió el Premio Nacional al Mérito Forestal, pues desde los 18 años creó vida entre rocas de tepetate con materia orgánica dejando un frondoso bosque y un legado para los tlaxcaltecas.

El Sol de Tlaxcala fue el último Diario en entrevistarlo en su casa, en abril de 2018, y el 27 de febrero de 2019 murió a la edad de 95 años.

A propósito del primer aniversario de su muerte, la familia alista un homenaje póstumo al hombre que soñó con que la patria fuera verde.

A Caballero algunos investigadores lo consideraron pionero en la transformación de tepetate a bosques en la sierra norte de Tlaxco, Tlaxcala.

De rocas de tepetate surgió el rancho El Pardo, en la sierra norte de Tlaxcala/TOMÁS BAÑOS

Para otros, era el ‘abuelo’ de la permacultura en México, al incluir la silvicultura y el ecoturismo como una forma de vida.

Otros más, opinaron que probablemente también fue el pionero de la agricultura biodinámica en el país.

Lo que es una realidad es que se especializó, al inicio de la década de los sesenta, en el manejo del bosque de pinos y oyameles.

Así que a dos mil 800 metros de altitud restableció una montaña de suelo erosionado en coníferas donde hoy habitan mamíferos, reptiles, aves y una variedad de pastos, arbustos y frondosos árboles.

Extenso bosque de coníferas, un trabajo de protección de medio siglo en rancho El Pardo, municipio de Tlaxco/TOMÁS BAÑOS

Y así, las camas de rocas de tepetate desaparecieron con el tiempo para dar paso a un bosque sano y con usos de explotación en una extensión de 50 hectáreas.

Y no solo eso, también cultivó la idea en sus hijos de sembrar un árbol y manejar el bosque en forma sustentable; en total plantó más de medio millón.

Don Carlos Caballero vivió en el rancho El Pardo, una vasta propiedad de tierra y bosque que le heredó su abuela y en la que implusó el proyecto San Isidro.

Foto: Tomás Baños

A su avanzada edad, tenía una mente lúcida, se pasaba el tiempo contemplando sus bosques y platicando con sus hijas. En gran parte del tiempo, tenía el hábito de leer y escuchar música.

“QUE LA PATRIA SEA VERDE”

“Todos decían que estaba loco, pues puse un letrero en la entrada del rancho en el que se leía 'Que la patria sea verde'”, explicó en la última charla.

-Don Carlos ¿qué está leyendo?

-“Una novela de Noa Gordon Chamán, no tiene nada que ver con la restauración de los tepetates, mi fuerte”, -contestó con gesto amable. Y mostró un escrito al que llamó Mi Fe en Tlaxcala, donde describió a Tlaxco como el llanto y el tepetate.

El hombre de ojos azules y de tez blanca, suspiraba al recordar parte de lo que hizo a favor del bosque durante su vida.

-México le debe a usted su aportación en el rescate de suelos erosionados de las piedras de tepetate a bosques ¿qué opina?

-“Empecé diciendo que la patria sea verde, pero se burlaron de mí, luego fui capaz de regresar la fauna y la flora a su lugar”.

-¿Qué le diría a la juventud?

-“Que siembre un árbol y lo cuide, que tenemos el mejor bosque en San Agustín y la región de Puebla, pero que lamentablemente se lo están acabando”.

El veterano recordó que inicialmente solo tenía planeado dejar unas muestras al colocar humus de materia orgánica en zonas erosionadas.

Pero todo era cuestión de tiempo, el hombre que nació un cinco de noviembre de 1923, comenzó a ver los resultados en menos de un lustro, “nació pasto en el área trabajada, eso me motivó, de ahí la frase que la patria sea verde”.

“LA TAREA ES QUE MIS HIJOS SUPEREN LO REALIZADO”

Rememoró que después de visitar bosques en Estados Unidos de América, conoció a León Jorge Castaños, ingeniero forestal de la Universidad Autónoma de Chapingo, persona que le dio otras herramientas en la innovación en la transformación de las rocas de tepetate.

“Durante medio siglo sembramos a tiempo, esto ha crecido y ya está fuera de mis manos, desde aquí empieza la vida, una vida saludable y limpia”, expuso.

El veterano advirtió que la tarea que deja a sus hijos es seguir con el ejemplo, para que las nuevas generaciones entiendan qué significa un árbol y lo que representa protegerlo.

“A mis hijos les corresponde contribuir con los bosques, saben mucho, por eso sé que sí podrán superar al maestro”, comentó. -Pero entre las autoridades municipales de Tlaxco no vemos capacidad de reacción, tienen la planta de tratamiento abandonada y el río Zahuapan se contamina más.

-“El gobierno no tiene esa capacidad ni la visión, tenemos que empezar los dueños del bosque y no contaminar el río que aquí nace”.

50 Hectáreas de tepetate reforestó Carlos Caballero, convirtiéndolas en un bosque sano y con usos de explotación.

4 Años tardó en crecer pasto donde antes solo había tepetate tras colocar diariamente materia orgánica en las zonas erosionadas.

Carlos Caballero, Silvicultor

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