Erandi Ramírez Carreto es enfermera de vacunación Covid-19 y, hasta antes de pandemia, formaba parte de la brigada de vacunación en el Centro de Salud Urbano de San Pablo del Monte, vigilando que la población tuviera sus esquemas de vacunación contra las enfermedades existentes, algo relativamente tranquilo para ella.
En su caso, dijo, su primer contacto con un paciente Covid-19 fue en diciembre de 2020, cuando le tocó atender a una compañera de trabajo que llegó con complicaciones y su principal preocupación no fue infectarse ella, para no llevar el virus a su casa.
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Sin embargo, durante la emergencia sanitaria, su labor ha estado enfocada a la vacunación contra esa enfermedad, sin importar que su trabajo se extendiera por muchas horas, pues en un inicio tenían que aplicar todas las dosis que llegaban a los municipios.
Contó que proteger a la población y explicar la importancia de vacunarse en muchas de las veces ha sido una labor titánica que le ha costado la discriminación de personas y hasta de vecinos, principalmente al inicio de la emergencia sanitaria cuando las personas fueron renuentes a aplicarse biológicos ya existentes.
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Volver a tocar puertas, volver a explicarles cómo sería el proceso de vacunación fue complicado, señaló.
Las vacunadoras y los vacunadores son también un importante pilar en la lucha contra Covid-19, con arduas jornadas de labor que los han alejado de fechas familiares y descuidar por momentos a hijos, hijas, padres y madres, y a pesar de los bajos salarios que perciben no bajan la guardia.
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