Antes de la pandemia, en los templos se leían pequeñas pancartas que recalcaban que a Dios no se le encontraba en los teléfonos celulares o en internet, por lo que se prohibía el uso de dispositivos en misa.
Sin embargo, la necesidad de innovar para hacer llegar la palabra de Dios a través de la tecnología cambió radicalmente ese concepto.
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-¿Fue difícil para la Iglesia decir a la gente que ahora sí podía usar sus celulares para ‘conectarse con Dios’? ¿Cuál fue el argumento?
- -Yo creo que el argumento fue la necesidad. Era miedo, prudencia, pero de fondo era la necesidad de la gente de ponerse en actitud de oración. Al principio costó mucho trabajo para los sacerdotes, para la gente. Comenzamos a buscar las formas, las redes, y poco a poco la gente fue entrando. Hoy en día, la tecnología es un gran apoyo.
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-¿La fe está más allá de la tecnología?
- -Yo creo que la fe tiene tantas expresiones que sí utiliza la tecnología como un medio. Yo le decía por ejemplo a la gente, ¿ustedes saben cuál fue el primer GPS? La estrella de Belén, ese fue el primer GPS.
De hecho, nosotros entregamos a nuestros agentes de pastoral un GPS, que es precisamente la palabra de Dios de cada día. La tecnología está ayudando a crecer en la fe, como un medio, una herramienta para poder anunciar el Evangelio.
-La percepción es que disminuyó la fe… ¿Usted considera que la tecnología ayudó por lo menos a mantenerse?
- -Ayudó a mantenerla y también los motivó, la gente buscaba las celebraciones virtuales.
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La fe tiene adversidades y va madurando, y las herramientas nos van ayudando a apoyar, a fortalecer la fe.
-¿Entonces, la fe maduró con estas circunstancias?
- -Yo digo que sí, ciertamente no en todos. Tendríamos que distinguir algunos aspectos: personas que estaban de alguna forma más conscientes de su fe y que tenían bases de evangelización, ellos pudieron encontrar toda una gama.
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Pero la gente que quizás tenía su fe apoyada solo en la mente, en la piedad popular, a través de manifestaciones externas, de procesiones, peregrinaciones, sí sufrió mucho porque no tenía presencialmente estas manifestaciones, porque para ellos eso es la fe.
El Obispo recalcó que, en esta transición, el papel de los jóvenes fue fundamental, pues su riqueza en creatividad fue una gran ayuda para los retos eclesiásticos de la nueva era de evangelización.
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El gran reto que tenemos en nuestra Iglesia particular es la evangelización de los jóvenes, porque los jóvenes evangelizan a los jóvenes. Tienen una capacidad enorme de servicio, de generosidad y ahí nosotros tenemos un gran reto evangelizador.
Con información de Máximo Hernández | El Sol de Tlaxcala
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