Dicen nuestros mayores que los tiempos cambian y nuestro entorno, inevitablemente, es parte de ese cambio en el que predomina la practicidad, lo espontáneo, lo barato. Prueba de ello son los tinacales, esos lugares casi extintos en el país, pero que permanecen de pie, luchando contra la acelerada modernidad y creciente demanda.
Tlaxcala es uno de los estados sobresalientes en la producción del pulque, pero, evidentemente, su demanda se ha visto afectada con el paso de los años al ser una bebida poco popular, principalmente en las grandes urbes, donde la cebada y el destilado ganan cada vez más terreno.
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Por tal motivo, pulqueros de la región, así como los famosos tlachiqueros (personas que extraen el aguamiel) son obligados a adaptarse a una nueva realidad, tratando de economizar en el proceso para generar mayores ganancias.
De esta manera, los tinacales de la región han cambiado lo tradicional por lo práctico y barato: el plástico. Pese a que el sabor del pulque no es el mismo, seguir con las tinas o barricas de madera es un lujo que hoy en día no pueden solventar, pues uno de estos contenedores ronda entre los 6 mil y 8 mil pesos.
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En tanto el tlachiquero ha cambiado el cuero o el acocote por botellas de plástico, al que le han adaptado un pedazo de manguera para extraer el aguamiel; asimismo, las castañas (barriles pequeños de madera) también fueron sustituidas por galones de pet. Y ni qué hablar del uso de los burros como transporte del líquido emanado del maguey, pues lo de hoy son las motocicletas pa’ llegar más rápido.
Sin embargo, existen pocos tinacales que se resisten a morir y resucitar en la modernidad, tal es el caso de la familia Aragón, de los mayores productores de pulque en Atltzayanca, y quienes aún fermentan el pulque en grandes tinas de madera, con capacidad de dos mil 500 litros cada una.
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UTENSILIOS PULQUEROS, DE USO DECORATIVO
Don Leonardo Sánchez, originario de Atltzayanca, relata que cuando inició en el oficio de la carpintería, gracias a su padre, la elaboración de utensilios para los tinacales y los tlachiqueros eran el principal sustento de su familia.
A la semana, les eran encomendadas decenas de barriles, tinas, castañas y acocotes para entregar a pulqueros de la región, e incluso su negocio era elaborar millares de tapones de corcho para las barricas.
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No obstante, en la actualidad su uso es escaso, pues con la llegada de nuevos materiales como la fibra de vidrio, los pulqueros han reemplazado los instrumentos tradicionales. Don Leonardo rara vez entrega uno de estos utensilios, “uno por año y eso si me va bien”, dice entre risas.
Ante la situación, aceptó que se ha dejado influenciar por los chavos, por lo que, en su pequeño taller, elabora barriles o pequeñas tinas para uso decorativo únicamente.
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