Los altares mexicanos no se podrían concebir sin la hojaldra, ese pan ancestral de cráneo y huesos que evoca recuerdos y nostalgia, pero también la esperanza de un reencuentro con los del “más allá”.
Cuando entra el otoño, el aroma a pan de muerto recorre las calles anunciando la festividad de Todos los Santos. Las panaderías dejan incluso de fabricar el pan tradicional, para hornear únicamente la hojaldra y los “muñecos de sal”.
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Doña Anita Padreñan continúa un legado familiar de al menos 100 años. Pantaleón López fue el primero en instalar la panadería ubicada en el corazón de Ixtacuixtla de Mariano Matamoros, al costado de una antigua fuente que suministraba agua a los caballos y ganado que transitaban por las calles de tierra. Hasta hoy, permanece allí, suspendida en el tiempo.
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Años más tarde, el señor Juan Padreñan e hijos heredaron el oficio. Doña Mariana, llamada con cariño como Anita, (hija), a la cabeza, mantiene vigente el oficio. Cada año, vecinos y foráneos acuden a la panadería “San Juan” para llenar sus bolsas y canastos del pan ceremonial.
La ardua jornada inicia a las tres de la mañana con el barrido de las brasas que quedan en el enorme horno después de arder durante la noche. Luego, la música retumba en una vieja grabadora mientras los panaderos preparan la primera masa del día.
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A las 6 o 7 de la mañana, el humo impregnado del aroma a pan recién horneado se desprende de la chimenea inundando las calles y hogares aledaños junto a los primeros rayos del Sol.
Sencilla, con pasas o nuez, la hojaldra es vendida, literal, como “pan caliente”. Propios y extraños prefieren el pan de doña Anita, porque en él va impregnado el olor a leña y la tradición familiar, pese a que hace un año la desgracia tocó a su puerta.
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El covid les arrebató a Toño, perteneciente a la familia y uno de los integrantes más valiosos de la panadería.
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“Duele hasta la médula de los huesos”, dice Anita, y la tristeza aún se puede percibir en los rostros de quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, de trabajar con él codo a codo.
Sin embargo, entre sus luchas cotidianas está el salir adelante por el bien de la familia y la panadería. Este año será su primera ofrenda, la cual estará repleta de pan, pero un pan cargado de lágrimas, recuerdos y un “hasta pronto”.
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- 60 Años aproximadamente tiene su enorme horno de leña, el cual arde durante la madrugada.
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Se trata de una de las panaderías más antiguas de la comunidad, cuya popularidad ha alcanzado a propios y extraños.
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