- El arte efímero artesanal conocido mundialmente fue el atractivo para miles de feligreses este 14 y 15 de agosto
En la “Noche que Nadie Duerme”, la Virgen de la Caridad apareció ataviada con un vestido de seda estilo francés perlado con bordados de oro y manto azul celeste.
El atuendo número 55 que 50 mujeres elaboraron con devoción y pasión durante 105 días, brillaba en la oscuridad.
A Carolina Hernández Castillo se le debe que cada año la Virgen estrene vestido.
El carrito de la Santa Patrona, que data de 1963, donado por el extinto Alfonso Soler para la ocasión, fue construido en forma arquitectónica al estilo Cristo Rey del Cerro del Cubilete, ubicado en Guanajuato.
Este martes, apenas oscureció y las calles del Pueblo Mágico fueron engalanadas con vistosas alfombras y tapetes en una extensión de siete kilómetros.
Miles de huamantlecos y visitantes de varias partes del país y del extranjero acompañaron la procesión que comenzó pasada la una de la mañana sobre la avenida Juárez.
Entre música espiritual, cánticos y rezos, luces de pirotecnia iluminaron el sendero de la procesión en el Pueblo Mágico.
Las peregrinaciones provenientes del interior de la República Mexicana iniciaron por la mañana de ayer martes.
OBEDIENCIA A DIOS, PIDE OBISPO
El obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, pidió obediencia a las leyes de Dios.
Dijo que la Virgen María siempre intercede por todos para alcanzar la salvación.
Puntual, acudió a la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad para celebrar la misa en el onomástico de la Santa Patrona.
La Basílica fue insuficiente para albergar a los feligreses, algunos de ellos no lograron llegar hasta el manto de la Virgen. De hecho, hubo quienes esperaron más de dos horas para participar en la celebración eucarística.
Frente al altar se sentaron las religiosas y seminaristas, luego enfermos y discapacitados, después la feligresía.
La procesión concluyó al filo de las siete de la mañana y la Virgen de la Caridad regresó a su nicho en el máximo altar.
EL DATO
La procesión fue encabezada por el obispo Julio César Salcedo Aquino, quien por primera vez es parte de la fiesta religiosa del Pueblo Mágico.