Doña María “N” es una mujer de 57 años, vive en el sur de Tuxtla Gutiérrez, junto con su esposo Matías “N”, llevan una vida matrimonial por más de 40 años, procrearon dos hijos, Javier “N” y Nicolás “N”, de 32 y 28 años respectivamente, el mayor profesionista, desafortunadamente se han cumplido ya casi 50 días de la partida del mayor por la pandemia, luego de permanecer hospitalizado en la Clínica de Atención Respiratoria Covid 19 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
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Nunca se imaginó lo que vendría para los suyos, su esposo se contagió primero, tras varios días de medicación en casa, decidieron llevarlo a la Clínica Covid del IMSS en la capital, su hijo mayor se encargaba de la medicación, de la sanitización de la casa, la evolución fue satisfactoria, bastaron 18 días para ponerse de pie, sin embargo, su hijo mayor se contagió en el proceso de atención a su padre.
Javier “N” llegó caminando a la Clínica Covid 19 del IMSS, dejó indicaciones a los suyos qué hacer, y cual sería la actividades a realizar tras egresar de la unidad médica, ya internado, habló con su esposa, le encargó a sus padres, a sus dos pequeños hijos, de 4 y 2 años respectivamente, les pidió que no enterraran a su padre de que él también había llegado a la misma unidad médica, compartió a través de una llamada telefónica con su esposa, que trató de no ver a su padre para que este no se enterara de que se había infectado.
El día en que Javier “N” fue internado, a donde llegó caminando, se enteró de que ese día había fallecido un primo suyo, Néctar “N”, de 38 años, hijo de una hermana mayor de su madre, que ya llevaba varios días enfermos, primero en casa luego en el Hospital General Belisario Domínguez del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en la capital. Un hermano suyo también padeció la enfermedad, pero la superó.
Ambas familias lloran la partida de sus seres queridos, no desean hacer público lo sucedido, su dolor, no quieren hablar con nadie, menos con medios de comunicación, piden respeto a la intimidad de la familia, ni desean que se tomen fotos de sus casas, de sus altares, lo único que quieren es recordarlos siempre, a dona María “N” le duele que tuvo que creer que se trataba de su hijo, ya nunca lo vio, mientras que del deceso de su primo si fue constatado por su hermano mayor y esposa.
Recientemente fue su cumpleaños, no quería ver a sus hermanas y hermanos porque seguramente la felicitarían, la abrazarían, y es que cuenta que ya nada es igual, le falta todo, ha perdido todo, ha constatado la letalidad de la enfermedad, ha convocado a sus familiares a vacunarse, no perder tiempo, lo mismo ha hecho con algunos vecinos, invita a proteger la vida y cuidar la salud, hacerlo por los hijos y nietos.