/ martes 14 de noviembre de 2017

Los Tohono O’odham luchan por conservar su propia cultura

Las danzas, leyendas y el idioma son parte de la identidad de esta etnia que se encuentra asentada mayormente en el estado de Arizona, Estados Unidos

SONOYTA, Son.- Asentados en el norte de México y el sur de Estados Unidos, los Tohono O’odham se encuentran luchando no solo contra la división ante la posible construcción de un muro fronterizo, sino por preservar su lengua y tradiciones.

Las danzas, leyendas y el idioma son parte de la identidad de esta etnia que se encuentra asentada mayormente en el estado de Arizona, Estados Unidos.

Debido a esta separación de naciones hay costumbres que se han ido perdiendo y en México son pocos los que permanecen en sus comunidades de origen por la migración que se ha presentado por la falta de trabajo.

Actualmente viven de manera dispersa en los municipios de Puerto Peñasco, Plutarco Elías Calles, Altar, Pitiquito, Sáric, Caborca y Magdalena, por lo que no existe un censo exacto de las personas que habitan en Sonora.

Lengua en riesgo

Localizado en Sonoyta, Quitovac es una de las pocas comunidades en México integrada solo por Tohono O’odham, también conocidos como pápagos. Es un territorio de 11 mil 331 hectáreas con un padrón comunal de 72 personas, pero donde solo viven alrededor de 50.

La escuela, que también funge como albergue de niños, es lo que le da vida a Quitovac, una comunidad tranquila y con tradiciones.

Doraly Velazco León, además de ser la directora de la primaria Tribu Pápago, también es líder de la comunidad y busca salvaguardar la lengua, danzas y tradiciones. “Quitovac es una comunidad que se considera el centro de la cultura, es un lugar de referencia en cuanto a tradiciones de los Tohono O’odham”, comentó.

Además de ser integrante del grupo de mujeres que participa en la tradicional danza celkona, enseña a los niños la lengua nativa y ha inducido a sus hijos para participar en la pascola pues considera que es una manera de apropiarse de la cultura.

“No solo es decir soy Tohono O’odham, también hay que conocer su cultura; si no tienes eso, no tienes nada”, expresó.

El principal problema para transmitir la cultura es el conocimiento, indicó, debido a que éste no fue heredado de padres a hijos y se ha tenido que investigar. “Dora la exploradora les enseña a los niños a contar en inglés, y yo hago que se aprendan los números en su lengua”.

Por su parte, Alicia Chuhuhua, gobernadora Tohono O’odham de Caborca, aseguró que debido a los esparcimientos que se han presentado en la etnia la lengua se está perdiendo Cabe destacar que la migración, dijo, no solo se ha llevado a los jóvenes que no encuentran un lugar donde trabajar, sino también su lengua. Actualmente solo hay tres jóvenes en edad laboral que no se han ido a trabajar a Estados Unidos, Sonoyta o Puerto Peñasco, y que viven en las comunidades del Cumarito y el Bajío.

Aseguró no saber exactamente qué pasa, pues anteriormente quienes salían de sus comunidades seguían comunicándose con su lenguaje nativa, tal como es su caso, pues es de las pocas personas que aún la habla.

Al respecto, el investigador social del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Sergio Alejandro Aguilar Zeleny, indicó que en el lado mexicano está en riesgo de perderse la danza pascola Tohono O´odham porque no hay músicos en Sonora; hay danzantes jóvenes, pero no hay músicos, ellos están del lado estadounidense.

Falta de apoyos

El Coordinador General de la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos y Comunidades Indígenas (CEDIS), José Antonio Cruz Casas, aseguró que hay diversos tipos de programas de ayuda, pero que son las becas las más solicitadas. Aceptó que los pápagos son una de las etnias que reciben menos apoyos debido a que no se encuentran de manera conjunta, razón por la cual tampoco se tiene un censo exacto de los descendientes que aún viven en México. Dijo que son alrededor de mil y mil 200 Tohonos, pero se desconoce la cifra exacta.

“Es una étnia muy disgregada, están en Caborca, Altar, Sonoyta, Pitiquito, inclusive Peñasco, por lo que es un poco difícil tenerlos identificados en la zona en la que viven. Sí estaban identificados cuando vivían en sus lugares de origen, pero por cuestiones de seguridad tuvieron que emigrar, entonces nos es complicado tener en físico descendientes originarios”, expresó.

Anécdota que trasciende

Una de las leyendas que trasciende entre los habitantes de Quitovac es sobre su laguna. La historia que ha sido contada de generación en generación narra que en lugar habitaba un monstruo muy grande. Carlos Fernando Noriega, maestro por varios años de la escuela de Quitovac, recuerda la historia.

Se dice que el monstruo, además de aterrorizar, era el responsable de que varios pápagos desaparecieran. Así fue hasta que un día uno de ellos tomó una decisión, dijo que la única manera de acabar con aquella inmensa criatura era dejándose comer y desde las entrañas destrozarla con un cuchillo.

Incrédulos y temerosos, los habitantes de Quitovac cuestionaron a esta persona sobre cómo sabrían que dio resultado, por lo que les pidió que se subieran todos al cerro que colinda con la laguna para que desde ahí observaran la hazaña; les dijo que si veían una gran mancha roja, significaba que habían acabado con el monstruo; de lo contrario, él habría fallecido en el intento.

Entonces la gente subió a lo alto de la loma, que hoy es conocida como el Cerro de la Cruz, y desde allí observaron cómo la bestia se tragó a uno de los suyos. Pasaron tres horas hasta que empezaron a ver que el agua de la laguna se convertía en una gran mancha roja; fue entonces cuando descendieron y sacaron los restos de aquel animal que propagaba terror en la comunidad. La laguna sigue con vida y es alimentada por tres ojos de agua.

Dicha historia, que ha pasado de familia en familia en la comunidad, presenta similitudes al hallazgo hecho hace algunos meses, pues se encontraron a escasos metros de la laguna restos de un mamut con antigüedad de 13 mil años, así como puntas Clovis que son un gran testimonio de los primeros cazadores en el territorio sonorense.

SONOYTA, Son.- Asentados en el norte de México y el sur de Estados Unidos, los Tohono O’odham se encuentran luchando no solo contra la división ante la posible construcción de un muro fronterizo, sino por preservar su lengua y tradiciones.

Las danzas, leyendas y el idioma son parte de la identidad de esta etnia que se encuentra asentada mayormente en el estado de Arizona, Estados Unidos.

Debido a esta separación de naciones hay costumbres que se han ido perdiendo y en México son pocos los que permanecen en sus comunidades de origen por la migración que se ha presentado por la falta de trabajo.

Actualmente viven de manera dispersa en los municipios de Puerto Peñasco, Plutarco Elías Calles, Altar, Pitiquito, Sáric, Caborca y Magdalena, por lo que no existe un censo exacto de las personas que habitan en Sonora.

Lengua en riesgo

Localizado en Sonoyta, Quitovac es una de las pocas comunidades en México integrada solo por Tohono O’odham, también conocidos como pápagos. Es un territorio de 11 mil 331 hectáreas con un padrón comunal de 72 personas, pero donde solo viven alrededor de 50.

La escuela, que también funge como albergue de niños, es lo que le da vida a Quitovac, una comunidad tranquila y con tradiciones.

Doraly Velazco León, además de ser la directora de la primaria Tribu Pápago, también es líder de la comunidad y busca salvaguardar la lengua, danzas y tradiciones. “Quitovac es una comunidad que se considera el centro de la cultura, es un lugar de referencia en cuanto a tradiciones de los Tohono O’odham”, comentó.

Además de ser integrante del grupo de mujeres que participa en la tradicional danza celkona, enseña a los niños la lengua nativa y ha inducido a sus hijos para participar en la pascola pues considera que es una manera de apropiarse de la cultura.

“No solo es decir soy Tohono O’odham, también hay que conocer su cultura; si no tienes eso, no tienes nada”, expresó.

El principal problema para transmitir la cultura es el conocimiento, indicó, debido a que éste no fue heredado de padres a hijos y se ha tenido que investigar. “Dora la exploradora les enseña a los niños a contar en inglés, y yo hago que se aprendan los números en su lengua”.

Por su parte, Alicia Chuhuhua, gobernadora Tohono O’odham de Caborca, aseguró que debido a los esparcimientos que se han presentado en la etnia la lengua se está perdiendo Cabe destacar que la migración, dijo, no solo se ha llevado a los jóvenes que no encuentran un lugar donde trabajar, sino también su lengua. Actualmente solo hay tres jóvenes en edad laboral que no se han ido a trabajar a Estados Unidos, Sonoyta o Puerto Peñasco, y que viven en las comunidades del Cumarito y el Bajío.

Aseguró no saber exactamente qué pasa, pues anteriormente quienes salían de sus comunidades seguían comunicándose con su lenguaje nativa, tal como es su caso, pues es de las pocas personas que aún la habla.

Al respecto, el investigador social del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Sergio Alejandro Aguilar Zeleny, indicó que en el lado mexicano está en riesgo de perderse la danza pascola Tohono O´odham porque no hay músicos en Sonora; hay danzantes jóvenes, pero no hay músicos, ellos están del lado estadounidense.

Falta de apoyos

El Coordinador General de la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos y Comunidades Indígenas (CEDIS), José Antonio Cruz Casas, aseguró que hay diversos tipos de programas de ayuda, pero que son las becas las más solicitadas. Aceptó que los pápagos son una de las etnias que reciben menos apoyos debido a que no se encuentran de manera conjunta, razón por la cual tampoco se tiene un censo exacto de los descendientes que aún viven en México. Dijo que son alrededor de mil y mil 200 Tohonos, pero se desconoce la cifra exacta.

“Es una étnia muy disgregada, están en Caborca, Altar, Sonoyta, Pitiquito, inclusive Peñasco, por lo que es un poco difícil tenerlos identificados en la zona en la que viven. Sí estaban identificados cuando vivían en sus lugares de origen, pero por cuestiones de seguridad tuvieron que emigrar, entonces nos es complicado tener en físico descendientes originarios”, expresó.

Anécdota que trasciende

Una de las leyendas que trasciende entre los habitantes de Quitovac es sobre su laguna. La historia que ha sido contada de generación en generación narra que en lugar habitaba un monstruo muy grande. Carlos Fernando Noriega, maestro por varios años de la escuela de Quitovac, recuerda la historia.

Se dice que el monstruo, además de aterrorizar, era el responsable de que varios pápagos desaparecieran. Así fue hasta que un día uno de ellos tomó una decisión, dijo que la única manera de acabar con aquella inmensa criatura era dejándose comer y desde las entrañas destrozarla con un cuchillo.

Incrédulos y temerosos, los habitantes de Quitovac cuestionaron a esta persona sobre cómo sabrían que dio resultado, por lo que les pidió que se subieran todos al cerro que colinda con la laguna para que desde ahí observaran la hazaña; les dijo que si veían una gran mancha roja, significaba que habían acabado con el monstruo; de lo contrario, él habría fallecido en el intento.

Entonces la gente subió a lo alto de la loma, que hoy es conocida como el Cerro de la Cruz, y desde allí observaron cómo la bestia se tragó a uno de los suyos. Pasaron tres horas hasta que empezaron a ver que el agua de la laguna se convertía en una gran mancha roja; fue entonces cuando descendieron y sacaron los restos de aquel animal que propagaba terror en la comunidad. La laguna sigue con vida y es alimentada por tres ojos de agua.

Dicha historia, que ha pasado de familia en familia en la comunidad, presenta similitudes al hallazgo hecho hace algunos meses, pues se encontraron a escasos metros de la laguna restos de un mamut con antigüedad de 13 mil años, así como puntas Clovis que son un gran testimonio de los primeros cazadores en el territorio sonorense.

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