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Entre marzo y junio de este año aumentó la proporción de mexicanos mayores de 18 años que se sienten inseguros en las ciudades donde viven, al pasar de 66.2 a 67.4 por ciento, siendo las mujeres las que más riesgo perciben.
De acuerdo con los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el porcentaje de mujeres que consideraron que vivir en su ciudad es inseguro aumentó de 71.1 a 72.9 por ciento en los últimos tres meses, mientras que en el caso de los hombres el incremento fue de 60.4 a 60.9 por ciento.
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Esto significa que la brecha de percepción de inseguridad entre mujeres y hombres es de 12 puntos porcentuales, informó Graciela Márquez Colín, presidenta del Inegi, a través de un mensaje compartido en sus redes sociales.
Para proporcionar esta medición periódica trimestral, el Inegi toma en cuenta la sensación de inseguridad, las expectativas sobre la tendencia del delito, la atestiguación de conductas delictivas o antisociales y el cambio de rutas por temor a ser víctima del delito, entre otras variables.
Al hacer un comparativo entre junio de este año y el mismo mes de 2021, la encuesta arroja que en 29 de las 75 ciudades evaluadas hubo cambios significativos en la percepción de inseguridad: en 11 disminuyó y en 18 aumentó.
Entre las ciudades donde se deterioró la sensación de protección hay sitios considerados oasis en medio de la ola de violencia que azota el país. Es el caso de Mérida, Yucatán, donde la proporción de la población que se siente insegura pasó de 26.3 a 34.1 por ciento en un año.
En Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el indicador también aumentó de 72.5 a 84.2 por ciento, en tanto que en Tapachula, en el mismo estado del sureste, creció de 73.3 a 81.4 por ciento.
Al interior de la Ciudad de México, los habitantes de Milpa Alta también percibieron más peligro: en junio del año pasado 39.5 por ciento se sintió inseguro en tanto que para este año la proporción incrementó a 58.6 por ciento.
El estado de Nuevo León concentra la mayoría de las ciudades donde se deterioró la percepción de inseguridad. Estas son San Pedro Garza García, General Escobedo, San Nicolás de los Garza, Apodaca, Guadalupe y Santa Catarina, donde la población que se siente en peligro se disparó 24 puntos porcentuales en un solo año: de 34.2 a 58.3 por ciento.
La percepción de seguridad también se deterioró en otras urbes donde la violencia ha sido una constante en los últimos años. En Ixtapa-Zihuatanejo, Guerrero, el porcentaje de personas que se sienten inseguras pasó de 54.7 a 78.3 por ciento; en la capital de Colima, de 65.1 a 87.5 por ciento; en Morelia, de 67.9 a 83.6 por ciento; y en Zacatecas, de 81.1 a 90.4 por ciento.
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Las ciudades donde más gente se siente en peligro son Fresnillo, con 98.2 por ciento; Zacatecas, con 90.4 por ciento; Ciudad Obregón, con 89.7 por ciento; Irapuato, con 89.7 por ciento, y Cuautitlán Izcalli, con 89 por ciento.
Los espacios donde las personas perciben mayor inseguridad son en los cajeros automáticos localizados en la vía pública, en el transporte público, en un banco, en las calles que habitualmente transitan y en las carreteras.
En contraste, los lugares donde los ciudadanos se sienten más seguros son sus casas, sus escuelas, sus trabajos, sus automóviles y en los centros comerciales.
VIOLENCIA SEXUAL
La ENSU también revela que 16.9 por ciento de las personas de 18 años y más en zonas urbanas fue víctima de al menos un tipo de acoso personal y/o violencia sexual en sitios públicos durante el primer semestre de 2022. Esto representa un aumento con relación al porcentaje registrado en el segundo semestre de 2021, que fue 13.5 por ciento.
Las mujeres son las más afectadas. En este grupo, el porcentaje de víctimas de acoso o violencia sexual creció de 20 a 24.8 por ciento, en tanto que entre los hombres el incremento fue de 5.5 a 7.2 por ciento.
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Las formas de acoso que más se presentaron fueron piropos groseros u ofensivos de tipo sexual; el envío de mensajes o publicación de comentarios con insinuaciones sexuales, insultos u ofensas sexuales a través del celular, correo electrónico o redes sociales, y el envío de mensajes, fotos, videos o publicaciones con insinuaciones, insultos u ofensas sexuales por los mismos medios digitales.
Con menos frecuencia, las víctimas también reportaron que alguna persona le mostró o se tocó sus partes íntimas frente a ellas; que las manosearon, tocaron, besaron, o se les arrimaron, recargaron o encimaron con fines sexuales sin su consentimiento; que las obligaron a tener relaciones sexuales sin su consentimiento mediante fuerza física, engaños o chantajes, y que les obligaron a mirar escenas o actos sexuales pornográficos.
Con información de Nurit Martínez
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