Durante tres horas, la esposa e hijas de “Jorge” vivieron una de las peores pesadillas: tener a su familiar secuestrado. Sin embargo, aunque para ellos, la vida de don Jorge dependía de dos delincuentes que al otro lado del teléfono no dejaban de gritarles órdenes, lo cierto es que se trataba de un secuestro virtual en el que Jorge nunca estuvo en manos de sus presuntos captores.
Ana, su hija mayor, relata que el secuestro ocurrió un viernes de enero cuando recibieron en la casa paterna una llamada de dos hombres que aseguraban tener a su padre secuestrado y le daban a la familia un plazo de dos horas para juntar “todo el dinero que pudieran” para liberarlo con vida.
Explicó que en medio de la desesperación, su madre le llamó a ella a su celular para avisarle que su padre estaba secuestrado y que no sabía qué hacer. El buzón de voz en el celular de don Jorge presagiaba lo peor para la familia de clase media que vive modestamente del trabajo de don Jorge como pintor, fontanero, electricista y “talachero” y de las ventas de cosméticos y productos de belleza de Roció, la esposa de don Jorge.
“Mi mamá es una persona bastante calmada y cientos de veces le habíamos advertido de este tipo de fraudes en el que te llaman y te dicen que tienen a tu familiar secuestrado pero lo cierto es que cuando pasa el miedo no te deja pensar más que lo peor. Además al no poder establecer comunicación con mi papá pues todas nos derrumbamos”, relata.
Ana, quien vive de manera independiente a su familia en el municipio de Veracruz explica que esa noche habría hecho unas doscientas llamadas al teléfono de su papá con la esperanza de escuchar su voz pero fue inútil, el celular estaba apagado. “Eso es lo que nos asustó y nos hizo pensar que si estaba secuestrado. Mi papá tiene su propio negocio de servicios, ofrece puntura, fontanería, electricidad, impermeabilización y demás detalles y por eso siempre atiende el teléfono, pero no, no respondía y entonces supimos que si estaba secuestrado”.
Les pedían 100 mil pesos
La joven cuenta que media hora después de la llamada inicial, volvió a sonar el teléfono, esta vez fue ella la que contestó ya que era la más calmada de la familia. “Yo habré llegado a casa de mis papás desde mi casa en 10 minutos en un trayecto en el que me hago el doble. Cuando volvió a sonar el teléfono fui yo la que contesté porque mi mamá ya no podría ni hablar de los nervios”.
Uno de los “secuestradores” le dio a Ana la orden de depositar 100 mil pesos de inmediato a varias cuentas y de ponerles una recarga de 200 pesos para seguirles llamado. Se trataba de una cantidad que la familia no tiene por lo que la desesperación se hizo mayor. “Me dijeron que se me acababa el tiempo y que querían los 100 mil pesos en una hora o le cortaban la lengua a mi papá porque no dejaba de gritar”, narró.
Durante la hora siguiente la familia realizó llamadas a familiares más cercanos y amigos para juntar dinero pero pese a los esfuerzos solo lograron juntar 20 mil pesos. El dinero era parte del aguinaldo de Ana, del capital de su madre para los productos por catálogos y el ahorro para la computadora de su hermana menor quien estudia la universidad. “Juntamos 20 mil pesos con todo, pedimos y pedimos prestado pero nadie tenía dinero para darnos así de inmediato. A como están las cosas, ¿quién va a tener dinero así tan a la mano?”.
La familia realizó depósitos en el Oxxo, hizo la recarga y traspasos mediante aplicaciones a diversas cuentas por un total 21 mil pesos durante la hora y media siguiente a la llamada inicial. De manera simultánea, la hermana menor de la familia realizaba llamadas al teléfono de su papá e incluso llamó a la casa en la que su padre debería haber estado realizando reparaciones sin embargo ahí confirmaron que el papá no llegó. “Al final conseguimos 3 mil pesos más y en total depositamos 24 mil 200 pesos contando el saldo que pidieron en el celular del que llamaban”.
Estaba en el cine
Todavía con el dolor que causó el episodio Ana cuenta que a pesar del dinero entregado, los presuntos secuestradores les pidieron 50 mil pesos como mínimo para dejar ir a su padre completo. Entre las amenazas estaban en mutilarle dedos o lastimarlo si no completaban el monto.
Mientras Ana y su mamá se encontraban realizando llamadas a amigos y familiares para juntar el resto del dinero, la hermana menor notó que los mensajes de whatsapp estaban entrando al teléfono de su papá y de inmediato se comunicaron con él. “Escuchar su voz fue el mayor alivio para nosotras. No estaba secuestrado y había estado todo el tiempo en el cine porque se canceló el trabajo que tenía y se le hizo fácil entrar al cine a ver una película que le traía muchas ganas sin avisar”, dijo.
A cinco meses del evento, la joven explica que todo hace pensar que el “secuestrador” fue alguien cercano a su padre o que mediante las redes sociales y las publicaciones que realiza para anunciar su negocio pudo saber su rutina. Explica que la familia cree que lo estuvieron siguiendo durante ese día ya que supieron el número de placa de su coche e incluso la camisa que llevaba puesta ese día para dar datos más reales. “Deben haberlo seguido ese día o incluso desde hace varios días y aprovecharon la confusión de mi papá para hablar a la casa a un número que tiene como público en FB”, explica.
Detalló que la familia tomó la decisión de no denunciar el hecho debido a que consideraron que con esto pondrían más en riesgo a su padre ya que los delincuentes conocían parte de su rutina. Además, reconoce que no ve ninguna posibilidad de que puedan ser detenidos y juzgados ya que el celular del que les marcaron dejó de funcionar ese mismo día. “Cuando volvieron a llamar después de que ya sabíamos dónde estaba mi papá les dijimos que los íbamos a denunciar y nos amenazaron con ir a la casa y hacernos algo. Ahí tomamos la decisión de olvidar el incidente y dar por perdido el dinero”, indicó.
Ana asegura que a partir de ese hecho la familia vive pendiente de sus teléfonos y que han acordado siempre avisar el rumbo que tomen y cualquier cambio de planes ya que con unos minutos que no sepan de alguno de los integrantes el miedo regresa. “No creo que sea algo fácil de superar porque es una experiencia aterradora pensar que pueden matar a tu papá en ese momento por no tener el dinero que piden por su vida. Pensar que hay gente que lo vive de manera más real y que incluso no vuelve a ver a su ser querido nos hace sentir afortunados. Para nosotros solo fue el susto y algo de dinero”, concluyó.