De acuerdo con una encuesta elaborada en 2021 por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), tres de cada cuatro menores de edad centroamericanos que migraron solos a Estados Unidos se fueron por causas económicas. Es un cambio en los motivos de migración, ya que en 2020 en su informe anual 2020 Unicef reportó que la causa principal era para huir de la violencia.
El estudio de la OIM, aplicado entre julio y diciembre del año pasado en tres mil 842 hogares donde se reportaron menores de edad migrantes que viajaron solos a Estados Unidos y que fueron deportados a Guatemala, Honduras y El Salvador, indica que 74 por ciento de los menores habían emigrado en busca de mejores condiciones de vida y conseguir trabajo, mientras sólo dos por ciento por inseguridad en las localidades donde habitaban.
De los encuestados, 95 por ciento eran menores de entre 13 y 17 años.
Este resultado modifica la tendencia de la migración infantil, ya que en 2020 Unicef señaló como causa principal de la migración la violencia en sus países de origen. “La mayoría (de los menores de edad que migran solos) lo hace escapando de la violencia, el conflicto, la persecución o porque han sido desplazados debido a desastres naturales”, señala Unicef en su informe sobre la migración de niños, niñas y adolescentes publicado en 2020.
La encuesta de la OIM indica un deterioro de las condiciones de vida de miles de familias centroamericanas que viven en condiciones precarias. De los encuestados, 21 por ciento respondió que no tiene acceso a energía eléctrica, 33 por ciento no cuenta con agua entubada en su vivienda y solo 29.9 por ciento tiene inodoro, mientras el resto utiliza letrina.
En cuanto a educación, la encuesta señala que entre más edad tiene el infante menos cumple con la escolaridad esperada y que la escolaridad es menor en las niñas —45 por ciento— que en los niños —36 por ciento—.
Otro dato de la encuesta es que 65 por ciento de los menores de edad tienen un familiar en el extranjero y que 44 por ciento de las familias reciben remesas del exterior. También, que los hogares de los menores migrantes son habitados en promedio por 5.6 personas, y que 57 por ciento dijo que viajó a Estados Unidos con un traficante de personas, frente a 38.2 por ciento que lo hizo por su cuenta.
Además, indica que 43.6 por ciento de los menores que decidieron irse solos viven en un hogar monoparental y en 62.6 por ciento, la madre es la jefa del hogar.
De acuerdo con cifras de la Patrulla Fronteriza, sólo el año pasado más de 71 mil menores de edad se entregaron a las fuerzas de seguridad estadounidenses, lo que representa que, cada ocho horas, un niño o adolescente abandonó sin ninguna compañía su país de origen en busca de una mejor vida.
Para Aidé Mendoza Flores, asistente de Investigación de la Cátedra Elías Landsmanas Dymensztejn- Anáhuac, en niños migrantes no acompañados, es innegable el deterioro que ha sufrido la niñez y adolescencia de Centroamérica en los últimos años.
“Sólo hay que ver que el gasto diario para cumplir con todos los derechos de la niñez apenas alcanza el dólar en países como Guatemala y El Salvador lo cual es lamentable puesto que la mitad de la población está compuesta por niños, niñas y adolescentes”, afirmó Mendoza Flores sobre la migración de menores de edad.
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La especialista agregó que el problema más grave es que las naciones están perdiendo su capital más preciado, sin que sean conscientes de ello.
“Desde temprano los menores se integran a la vida económica de las familias, lo cual no sólo va en contra de los derechos de la niñez, cuya ocupación no debería ser otra más que el estudio, sino además erosiona a la sociedad”, afirmó la académica.