"Lo que vivimos las mujeres en México es un retroceso de la humanidad: María Elena Ríos", así fue como tituló el periódico La Jornada la primera entrevista de la mujer saxofonista atacada con ácido por su expareja en septiembre de 2019.
En la conversación aborda parte de su identidad, el duro proceso de llevar una relación plagada de abusos y violencia, el momento del ataque, sus sueños rotos y sobre todo el dolor no solo físico sino el interior que provoca la injusticia, indiferencia y la impunidad.
María contó al periódico que "había abierto una agencia de viajes en mi casa, vendía boletos de avión, ayudaba a la gente a tramitar sus pasaportes", posteriormente alguien llamó preguntando por el servicio, ella accedió y agendó una cita para un lunes por la mañana.
"Cuando tocaron la puerta abrí y vi a un señor con ropa muy humilde, de huaraches, y llevaba un recipiente. Hasta pensé: ‘Pobrecito, ha de llevar su almuerzo’".
El ataque viene después. "Me dijo que el pasaporte era para su mamá. Me di vuelta al escritorio y me senté para explicarle lo que se tiene que hacer cuando se pierde un pasaporte. Él se paró y de alguna manera limitó el movimiento de mis piernas y empezó a vaciarme el ácido en la cara".
"Empecé a sentir el ardor. Vi cómo se caían los pedazos de mi piel. Grité y corrí hacia el interior de la casa. Mi mamá salió y lo primero que hizo fue abrazarme, por eso ella también se quemó el pecho, los brazos y su abdomen. Cuando ella salió corriendo el hombre ya se había ido. En ese momento no había agua en la casa. Una vecina me dio una cubeta llena de agua y me la eché a la cara. Mis brazos ya estaban abiertos. Llamaron a una ambulancia".
"Mientras me subían a la ambulancia yo le llamé. Le dije: ‘Vinieron y me rociaron con ácido, Juan, fuiste tú’. Y él todavía se rio", apuntó.
La saxofonista cuenta que Juan Antonio Vera Carrizal la envolvió en una relación de la cual no podía escapar, "Hay personas que se atreven a criticarme y dicen que si me trataba mal por qué no lo dejaba. Pero una persona violenta como él es capaz de envolverla a una en un círculo de miedo".
“Destruyó mi autoestima: me decía que era fea, burra, zorra, puta. Y llegué a creerlo. Sobre todo me agredía mucho con las cosas que a mí me gustaban. Decía que los músicos somos unos muertos de hambre y que la cultura no sirve para nada".
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| Con información de La Jornada |