Setsuo Uchino tenía un año y nueve meses en el momento en el que cayó la bomba sobre Nagasaki. Su madre le había llevado a un refugio excavado en las rocas y se disponía a hacer lo mismo con sus dos hermanos, pero no llegó a tiempo.
Uchino es uno de los más de cien mil "hibakusha" -supervivientes de la bomba atómica- que todavía permanecen con vida y que se esfuerzan por recordar su historia para que lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki no se vuelva a repetir.
"Mi madre logró refugiarse en una tienda y cuando la rescataron tenía el pelo y la ropa totalmente calcinados", relata este japonés de 74 años mientras muestra las fotografías del estrecho refugio en el que se encontraba y la cercanía del mismo con el epicentro de la bomba.
La madre de Uchino encontró a sus dos hermanos, de 7 meses y 3 años, con vida enterrados bajo los escombros de la que fue su casa. Sin embargo, la pobreza y el hambre que sufrieron tras el ataque llevaron a esta mujer a intentar suicidarse junto a sus tres hijos saltando desde un acantilado.
"Nos salvaron la vida unas plantas de bambú que estaban creciendo en la zona", explica el anciano mientras sujeta una foto de su madre, quien pasó postrada en la cama la mayor parte de su vida arrastrando las secuelas de la bomba atómica.
Su historia guarda similitudes con las de otros supervivientes, personas que tienen ahora al menos 73 años y que han ido muriendo en las últimas décadas por los efectos secundarios de la radiación o por causas naturales.
Supervivientes
"El Gobierno japonés ha reconocido a un total de 650 mil hibakusha desde que se produjera el desastre", según comenta el alcalde de Nagasaki, Tomihisa Taue.
Marcados como "supervivientes", esta figura es vista con respeto en Japón, pero también arrastra consigo una serie de prejuicios y ha llevado a muchas de estas personas a la exclusión social o a tener que asociarse sólo con otros hibakusha, explica Taue.
Sin embargo, su importancia es clave en el Japón actual, donde las nuevas generaciones crecen sin conocer lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki, y cómo ambas ciudades se convirtieron en las tristes protagonistas de los únicos dos bombardeos nucleares de la historia.
Estados Unidos lanzó el primer ataque nuclear sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y tres días después lanzó una segunda bomba atómica sobre Nagasaki, lo que condujo a la capitulación de Japón el 15 de agosto y puso fin a la II Guerra Mundial.
"Los estudiantes japoneses conocen la fecha y la hora a la que se produjeron los ataques, pero muchas veces eso es todo", lamenta Kosei Mito, un voluntario que ha pasado los últimos 12 años contando su historia frente a la Cúpula de la Bomba Atómica, un símbolo para la paz en Hiroshima.
Mito es considerado como un superviviente "in utero", ya que todavía no había nacido en el momento del ataque. Sin embargo, sus padres se encargaron de contarle lo ocurrido y él se siente en la "obligación" de hacer lo mismo con las nuevas generaciones.
Más de siete décadas después de que fueran borradas del mapa, Hiroshima y Nagasaki viven este aniversario como "crucial" entre las tensiones nucleares y la muerte de aquellos que lo sufrieron", señala el responsable de la División por la Paz de la ciudad de Hiroshima, Hirotaka Matsushi.
Con la edad media de los supervivientes situada en los 82 años, las dos ciudades niponas buscan ahora nuevas formas de recordar su historia, sobre todo ante las tendencias recientes que han elevado las tensiones nucleares en el mundo.
Desnuclearización
La salida de Estados Unidos del pacto nuclear con Irán y el reciente anuncio de desnuclearización de Corea del Norte son vistos con cautela por estas dos urbes, sobre todo después de que la cumbre entre Washington y Pyongyang se saldara sin especificar las medidas o el calendario a seguir para la desnuclearización de Corea del Norte.
Ante esta situación, Hiroshima y Nagasaki llevan décadas emprendiendo acciones locales, aunque con repercusión internacional, para recordar su historia, entre ellas destaca la iniciativa "Alcaldes por la Paz".
Este proyecto, establecido en 1982, cuenta con la participación de 7 mil 632 ciudades en 163 países y regiones -casi una séptima parte de la población mundial-, reúne a todos aquellos gobiernos locales que se han comprometido a emprender acciones por la paz.
El Museo de Hiroshima lleva grabando en video el testimonio de los hibakusha durante décadas y añade cada año un centenar de ellos más, por lo que ya dispone de una colección de algo más de un millar, que se pueden ver en cabinas especiales habilitadas en el recinto.
La ciudad también entrena a los "sucesores del legado de la bomba atómica", más de un centenar de voluntarios de diferentes edades y profesiones, que estudian durante tres años cómo transmitir el mensaje para la paz.
"Tenemos que esforzarnos para preservar, diseminar y transmitir la realidad sobre las armas nucleares", asevera Matsushi.
Centenares de miles de personas -la mayor parte de ellos civiles- perdieron su vida durante los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y en los años posteriores, una herida que permanece abierta en el país asiático.
Mayors for Peace
Alcaldes por la Paz es un organismo internacional no gubernamental que constituye la mayor red de gobiernos locales comprometidos a incentivar la coexistencia pacífica.
Surgió en 1982 por iniciativa de los alcaldes de Hiroshima y Nagasaki, ciudades que fueron víctimas de las bombas atómicas arrojadas durante la Segunda Guerra Mundial, buscando evitar que esta tragedia se repita.
Su objetivo principal es difundir el mensaje de paz y de la no proliferación de armas nucleares, tanto entre las ciudades como hacia los gobiernos nacionales y otros organismos internacionales.
Hasta este mes de agosto, se cuenta con la participación de 7 mil 632 ciudades en 163 países regiones; 86 ciudades mexicanas forman parte activa de este organización.
Su Campaña Visión 2020 tiene como objetivos desmantelar de inmediato todas las armas nucleares; iniciar de inmediato negociaciones sustantivas hacia una convención universal de armas nucleares; conclusión de una convención sobre este tema; y la destrucción física de todas las armas nucleares para 2020.