BUENOS AIRES, Argentina. La detención del exministro Julio de Vido podría terminar provocando un efecto dominó capaz de arrastrar a la expresidenta argentina Cristina Kirchner, a su hijo Máximo y a varios personajes clave del sistema de corrupción que funcionó durante los 12 años del régimen kirchnerista.
Apenas 24 horas después del desafuero y detención de De Vido, en las últimas se registró una aceleración del tiempo político para continuar la ofensiva contra la familia Kirchner.
Un grupo de diputados peronistas adversarios del kirchenismo comenzó a buscar en el Parlamento la mayoría necesaria para despojar de sus fueros a Máximo Kirchner, también acusado de asociación ilícita y corrupción, soborno, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.
Al mismo tiempo, en el Senado también se analizan diversos escenarios para impedir que Cristina Kirchner pueda asumir el 10 de diciembre el escaño que ganó en las elecciones del domingo pasado.
En forma paralela, la expresidenta fue interrogada en los tribunales federales en otra causa que la acusa de haber encubierto el atentado con bombas contra la mutual judía AMIA, perpetrado en 1994, que provocó 85 muertos y unos 300 heridos. Numerosas denuncias atribuyeron ese atentado a terroristas que actuaron al servicio de Irán.
“Es una causa armada política y judicialmente”, comentó al denunciar que era víctima de una “persecución judicial”.
Una consecuencia colateral de ese caso fue la muerte del fiscal Alberto Niesman, asesinado el 18 de enero de 2015, 24 horas antes de presentar las conclusiones de su investigación sobre el atentado de la AMIA.