HAIFA. En el sótano del hospital Rambam de la ciudad portuaria de Haifa, a unos 50 kilómetros de la frontera con Líbano, decenas de autos esperan el regreso de sus propietarios, pero en las tres plantas inferiores, los coches han desaparecido para ser sustituidos por más de dos mil camas que se encuentran listas en previsión de cualquier respuesta de Irán al ataque limitado que Israel lanzó la madrugada de este viernes contra objetivos iraníes, o de cualquier ataque de Hamas o Hezbolá contra la población israelí.
“Nos preocupa una respuesta iraní, estamos preocupados, pero estamos preparados”, asegura Rafi Beyar, exdirector del hospital, mientras muestra a El Sol de México y un grupo de periodistas internacionales las instalaciones del que es reconocido como el nosocomio subterráneo más grande del mundo.
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Grandes envolturas de tela recorren el techo difundiendo el aire acondicionado a todo el espacio. Los monitores están conectados y las duchas, lavabos e inodoros están conectados a la red de agua y alcantarillado. Entre los cubículos hay conexiones para el oxígeno además de burós para medicinas.
La conversión subterránea del centro médico en pos de aumentar su capacidad hospitalaria posibilita el traslado de heridos en cuestión de minutos desde la superficie hasta el interior, en donde no solo recibirían un tratamiento, sino también resguardo de eventuales ataques en el exterior.
El primer sótano se utilizará como esclusa de descontaminación y zona de llegada de pacientes en caso de ataque químico. Además, están previstos cuatro quirófanos subterráneos además de los 14 de las plantas superiores, cuya construcción fue reforzada en caso de eventuales bombardeos.
Se almacenaron alimentos, combustible, oxígeno en cantidades suficientes para que el sitio sea autosuficiente durante tres días, destaca Beyar, quien espera que prevalezca la paz y que el hospital subterráneo de la localidad de Haifa “no tenga que ser utilizado”.
“Es un hospital fabuloso, único, sabemos que ante cualquier ataque estaremos bien atendidos”, señala Aline, quien asiste a una cita en el departamento de cardiología del Rambam.
La decisión de instalar esta base fortificada y una serie perpetua de simulacros que constantemente llevan a cabo los médicos y enfermeras del hospital surgió tras un ataque con decenas de cohetes que afectó al centro médico en 2006, durante la Segunda Guerra de Líbano. “La dirección del hospital decidió que esto no podía volver a suceder”, agrega Beyar.
Israel, que lanzó una ofensiva militar contra la Franja de Gaza en respuesta a los ataques perpetrados el 7 de octubre por el movimiento palestino Hamas, se prepara para una posible nueva acción de Irán que la madrugada de este viernes reportó una explosión relativamente fuerte en la provincia de Isfahán. El ataque, según los medios iraníes, provino de Israel.
El fin de semana pasado, Irán atacó con más de 300 drones y misiles territorio israelí sin que ninguno hiciera daño, como represalia por un ataque israelí contra su consulado en Damasco. Hasta ahora Irán no ha dicho nada sobre si tomará nuevas represalias.
En general, para los israelíes la vida sigue con normalidad. Las noticias sobre las explosiones en Irán y una posible respuesta del gobierno de Teherán no cambian la rutina de los habitantes de las ciudades israelíes.
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“Estamos acostumbrados a estas situaciones anormales”, afirmó una guía turística a la AFP, cuya actividad se ha frenado desde el inicio de la guerra en la Franja de Gaza el 7 de octubre.
Algunos ciudadanos creen que se ha cruzado un umbral con los ataques directos entre Israel e Irán, pero consideran que se trata de eventos menores.