/ lunes 13 de agosto de 2018

Guerra por las conciencias: Trump, los medios y el cuarto poder

EU cae en el índice de libertad de prensa, pero los medios se benefician del “show” del magnate

WASHINGTON, DC. Hace no mucho, Donald Trump profetizó en Twitter que The Washington Post y The New York Times no existirán dentro de siete años. Para el presidente de EU el Washington Post no es más que una máquina propagandística al servicio de Amazon.

El gigante del comercio online y el diario comparten propietario, Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo con sus 149 mil millones de dólares. Es mucho más rico que Trump, cuya fortuna actualmente asciende a 3 mil 100 millones de euros y ocupa el puesto 766 de la Lista Forbes. Estos días se cumplen cinco años de la compra del prestigioso Washington Post por Bezos por 250 millones de dólares.

Desde entonces el periódico ha ido a mejor, contradiciendo los pronósticos de Trump, cuya errática presidencia ha conseguido que el diario y sus versiones online ganen nuevos lectores. “No sabía nada de periódicos pero sabía algo de internet”, dijo Bezos en 2014.

El magnate de internet reformó el Washington Post sin inmiscuirse en las decisiones editoriales. Entre sus 700 trabajadores hay actualmente muchos expertos en tecnología y su departamento tecnológico podría competir con Sillicon Valley, según Bezos. El periódico estadounidense se ha convertido en un referente para el sector, sobre todo en el registro del comportamiento de los lectores online.

Trump libra una batalla personal con Bezos, propietario también del 16% de las acciones de Amazon. Esa animadversión quizás también esté relacionada con el ascenso de la venta digital, que está ganando terreno a míticas zonas comerciales como la Quinta Avenida de Nueva York, en la que se encuentra la lujosa Torre Trump.

El presidente estadounidense también mantiene una guerra verbal con el Post. No se cansa de repetir que medios como ese, el New York Times o la CNN difunden noticias falsas, “fakenews”, y son “enemigos del pueblo”. En un reciente discurso en Pensilvania volvió a acusarlos de “inventarse historias” y hablar de él únicamente de forma negativa. Incluso su hija Ivanka le contradijo y aseguró que no considera a la prensa como enemiga del pueblo.

Trump divide el panorama mediático entre buenos y malos basándose en su punto de vista político personal. The Washington Post y Bezos son malos. Fox News y su propietario, Rupert Murdoch, son buenos. Las cadenas de televisión de Murdoch se han convertido en una especie de canal oficial para Trump, en las que tiene prácticamente garantizada una cobertura amable con su gobierno. Murdoch es bien recibido en la Casa Blanca.

La polémica entrevista en la que Trump criticó a la primera ministra británica, Theresa May, se publicó en el diario sensacionalista The Sun, también del imperio Murdoch. Y después de la cumbre de Helsinki, Fox News tuvo entrevistas exclusivas con Trump y con el presidente ruso, Vladimir Putin.

Tras llegar a la Casa Blanca, Trump dio su primera entrevista con medios extranjeros al alemán Bild y al británico Times, este último también propiedad de Murdoch.

En la entrevista participó Michael Gove, un político británico defensor de la salida del país de la Unión Europea (Brexit), y hay rumores no desmentidos de que en la sala estuvo el mismo Murdoch.

Sólo hay que echar un vistazo al personal de Trump para apreciar las estrechas relaciones entre su gobierno y sus medios favoritos. La portavoz y jefa de comunicación del Departamento de Estado, Heather Nauert, fue presentadora de Fox. Y el nuevo director de comunicaciones de la Casa Blanca, Bill Shine, también procede del grupo Murdoch.

Shine fue entrevistado recientemente en Fox por Sebastian Gorka. Este último trabajó con el hoy presidente húngaro, ViktorOrban, y fue asesor de Política Exterior de Trump. Tuvo que dejar su puesto cuando cayó el estratega jefe Steve Bannon pero encontró un hueco en los medios de Murdoch. Además sigue siendo visto en el entorno del gobierno, como por ejemplo en la cumbre de Trump con el líder norcoreano Kim Jong-un en Singapur.

Pero el imperio de Rupert Murdoch no es la única maquinaria mediática que se pone al servicio del presidente. Según los expertos, el conglomerado de Julian Sinclair es casi tan poderoso: con sus 200 canales de televisión local es el mayor grupo de medios de Estados Unidos.

El presentador de la CBS, Dan Rather, toda una leyenda, criticó duramente a Sinclair hace unas semanas. “Por desgracia, algunos empresarios de medios utilizan sus plataformas locales para controlar lo que piensa la gente (...) Es extremadamente peligroso para nuestra democracia”, lamentó.

Sinclair es “la empresa mediática más peligrosa que la gente ha conocido nunca”, dijo en varias ocasiones Michael Coops, expresidente de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos. En todas sus cadenas de televisión Sinclair propaga posiciones idénticas en la que advierte sobre las “fakenews”, llegando a un público de millones de personas. Además, Sinclair trabaja estrechamente con otro consorcio, Nexstar, con sede en Texas, igual de ultraconservador y con 170 canales locales. Si se logra la fusión deseada con el Tribune Media Group, la red mediática ultraconservadora llegaría al 72% de los hogares estadounidenses.

Para Trump, Sinclair es “muy superior” a la CNN, al que considera un medio enemigo y de “fakenews”. Hace poco impidió que la cadena le hiciese una pregunta en una rueda de prensa ante los ojos de la opinión pública mundial.

Pero esta tendencia en la escena mediática estadounidense es sólo una cara de la moneda. El periodismo de investigación del Post o del New York Times florece bajo el gobierno de Trump. Casi todos los escándalos relacionados con el presidente fueron aireados por medios liberales o con su ayuda. El cuarto poder ejerce su influencia de forma impresionante. Mientras que EU sigue cayendo en el índice de libertad de prensa, los medios de calidad se benefician también económicamente del “show de Trump”.


WASHINGTON, DC. Hace no mucho, Donald Trump profetizó en Twitter que The Washington Post y The New York Times no existirán dentro de siete años. Para el presidente de EU el Washington Post no es más que una máquina propagandística al servicio de Amazon.

El gigante del comercio online y el diario comparten propietario, Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo con sus 149 mil millones de dólares. Es mucho más rico que Trump, cuya fortuna actualmente asciende a 3 mil 100 millones de euros y ocupa el puesto 766 de la Lista Forbes. Estos días se cumplen cinco años de la compra del prestigioso Washington Post por Bezos por 250 millones de dólares.

Desde entonces el periódico ha ido a mejor, contradiciendo los pronósticos de Trump, cuya errática presidencia ha conseguido que el diario y sus versiones online ganen nuevos lectores. “No sabía nada de periódicos pero sabía algo de internet”, dijo Bezos en 2014.

El magnate de internet reformó el Washington Post sin inmiscuirse en las decisiones editoriales. Entre sus 700 trabajadores hay actualmente muchos expertos en tecnología y su departamento tecnológico podría competir con Sillicon Valley, según Bezos. El periódico estadounidense se ha convertido en un referente para el sector, sobre todo en el registro del comportamiento de los lectores online.

Trump libra una batalla personal con Bezos, propietario también del 16% de las acciones de Amazon. Esa animadversión quizás también esté relacionada con el ascenso de la venta digital, que está ganando terreno a míticas zonas comerciales como la Quinta Avenida de Nueva York, en la que se encuentra la lujosa Torre Trump.

El presidente estadounidense también mantiene una guerra verbal con el Post. No se cansa de repetir que medios como ese, el New York Times o la CNN difunden noticias falsas, “fakenews”, y son “enemigos del pueblo”. En un reciente discurso en Pensilvania volvió a acusarlos de “inventarse historias” y hablar de él únicamente de forma negativa. Incluso su hija Ivanka le contradijo y aseguró que no considera a la prensa como enemiga del pueblo.

Trump divide el panorama mediático entre buenos y malos basándose en su punto de vista político personal. The Washington Post y Bezos son malos. Fox News y su propietario, Rupert Murdoch, son buenos. Las cadenas de televisión de Murdoch se han convertido en una especie de canal oficial para Trump, en las que tiene prácticamente garantizada una cobertura amable con su gobierno. Murdoch es bien recibido en la Casa Blanca.

La polémica entrevista en la que Trump criticó a la primera ministra británica, Theresa May, se publicó en el diario sensacionalista The Sun, también del imperio Murdoch. Y después de la cumbre de Helsinki, Fox News tuvo entrevistas exclusivas con Trump y con el presidente ruso, Vladimir Putin.

Tras llegar a la Casa Blanca, Trump dio su primera entrevista con medios extranjeros al alemán Bild y al británico Times, este último también propiedad de Murdoch.

En la entrevista participó Michael Gove, un político británico defensor de la salida del país de la Unión Europea (Brexit), y hay rumores no desmentidos de que en la sala estuvo el mismo Murdoch.

Sólo hay que echar un vistazo al personal de Trump para apreciar las estrechas relaciones entre su gobierno y sus medios favoritos. La portavoz y jefa de comunicación del Departamento de Estado, Heather Nauert, fue presentadora de Fox. Y el nuevo director de comunicaciones de la Casa Blanca, Bill Shine, también procede del grupo Murdoch.

Shine fue entrevistado recientemente en Fox por Sebastian Gorka. Este último trabajó con el hoy presidente húngaro, ViktorOrban, y fue asesor de Política Exterior de Trump. Tuvo que dejar su puesto cuando cayó el estratega jefe Steve Bannon pero encontró un hueco en los medios de Murdoch. Además sigue siendo visto en el entorno del gobierno, como por ejemplo en la cumbre de Trump con el líder norcoreano Kim Jong-un en Singapur.

Pero el imperio de Rupert Murdoch no es la única maquinaria mediática que se pone al servicio del presidente. Según los expertos, el conglomerado de Julian Sinclair es casi tan poderoso: con sus 200 canales de televisión local es el mayor grupo de medios de Estados Unidos.

El presentador de la CBS, Dan Rather, toda una leyenda, criticó duramente a Sinclair hace unas semanas. “Por desgracia, algunos empresarios de medios utilizan sus plataformas locales para controlar lo que piensa la gente (...) Es extremadamente peligroso para nuestra democracia”, lamentó.

Sinclair es “la empresa mediática más peligrosa que la gente ha conocido nunca”, dijo en varias ocasiones Michael Coops, expresidente de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos. En todas sus cadenas de televisión Sinclair propaga posiciones idénticas en la que advierte sobre las “fakenews”, llegando a un público de millones de personas. Además, Sinclair trabaja estrechamente con otro consorcio, Nexstar, con sede en Texas, igual de ultraconservador y con 170 canales locales. Si se logra la fusión deseada con el Tribune Media Group, la red mediática ultraconservadora llegaría al 72% de los hogares estadounidenses.

Para Trump, Sinclair es “muy superior” a la CNN, al que considera un medio enemigo y de “fakenews”. Hace poco impidió que la cadena le hiciese una pregunta en una rueda de prensa ante los ojos de la opinión pública mundial.

Pero esta tendencia en la escena mediática estadounidense es sólo una cara de la moneda. El periodismo de investigación del Post o del New York Times florece bajo el gobierno de Trump. Casi todos los escándalos relacionados con el presidente fueron aireados por medios liberales o con su ayuda. El cuarto poder ejerce su influencia de forma impresionante. Mientras que EU sigue cayendo en el índice de libertad de prensa, los medios de calidad se benefician también económicamente del “show de Trump”.


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