Por lo menos 30 periodistas y profesionales de la comunicación y la publicidad aparecen implicados en un gigantesco escándalo de ciberacoso contra mujeres. Ese grupo, que se autodefinía como la Liga del LOL, operaba en Francia con toda impunidad desde hace más de 10 años.
Creado a principios de siglo, sus miembros aprovecharon la incipiente popularidad e influencia de las redes sociales para operar a través de Facebook y Twitter a fin de hostigar a sus "presas", que en general eran periodistas, blogueras y militantes feministas.
Un artículo del diario de centro-izquierda Libération reveló la existencia de la Liga del LOL, acrónimo en inglés de la fórmulaLaughing out loud, que se podría traducir como "reírse a carcajadas". Se trata de un “club masculino”, formado al estilo de las confraternidades que existen en las universidades norteamericanas, y que funcionaba únicamente por “cooptación”.
El comportamiento de esa “secta” semi-secreta fue definido como un #metoo francés. Pero ese paralelo parece en principio abusivo porque —hasta ahora— no se conocieron denuncias de violaciones ni de acosos sexuales directos, aunque hubo amenazas de muerte y de agresiones físicas. El grupo también estaba integrado, al parecer, por algunas mujeres. El caso, de todos modos, se transformó en un gigantesco escándalo por el nivel socio-profesional de sus miembros y la gravedad de las actividades que desarrollaban a través de internet e incluso por teléfono y hasta en forma personal.
Libération, que destapó el escándalo, suspendió a título preventivo a dos de sus periodistas, Vincent Glad y Alexandre Hervaud, considerados como miembros activos de la Liga del LOL. La revista cultural Les Inrocks sancionó al jefe de la redacción del servicio web, David Doucet. Además del puesto importante que ocupaba en Les Inrocks, Doucet era conocido por haber escrito varios libros de investigación sobre la “fachósfera” y la extrema derecha francesa.
El servicio Checknews de Libération, encargado de verificar las fake news (informaciones falsas), denunció que la Liga del LOL también existía en la versión francesa del Huffington Post. Ese sitio de información, dirigido por la famosa periodista Anne Sinclair, es propiedad del grupo editor del diario Le Monde. Tres periodistas fueron inmediatamente licenciados tras haber sido acusados por varias mujeres de la redacción.
El semanario L’Express, a su vez, reveló que dos periodistas del sitio Vice fueron despedidos. Aunque aún no recibieron sanciones, también están implicados otros miembros de esa redacción que intercambiaban mensajes sexistas, racistas y homófobos sobre sus propios colegas en un contexto de acoso e insultos.
Los “bromas” más frecuentes de la Liga del LOL contenían insultos, mensajes denigrantes, fotomontajes o "GIFs" animados en los que se pegaba la cara de la chica a imágenes pornográficas.
Por lo menos una víctima afirmó que el acoso “desbordó las redes” y llegó a la intimidación física. Otra de las mujeres aseguró que en una ocasión varios hombres aparecieron en su casa para burlarse y gastar bromas pesadas, aunque sin agredirla físicamente.
“Esos episodios revelan el machismo y el sexismo descarado, vulgar y opresivo que practican algunos grupos de hombres en el marco de sus profesiones”, estimó Marlène Coulomb-Gully, profesora en la Universidad de Toulouse 2 - Jean Jaurès.
Tan arraigado estaba ese sentimiento que la mayoría de los miembros de la “secta” actuaba con toda impunidad e inclusive utilizaba sus cuentas personales de Facebook y Twitter con sus nombres y apellidos reales.
Los integrantes de la Liga del LOL están padeciendo ahora un efecto boomerang, pues centenares de denuncias de sus víctimas transitan desde hace 48 horas por las redes sociales, es decir el mismo canal que ellos utilizaban para perpetrar sus acciones de acoso.
Varias de las mujeres que fueron perseguidas durante años con bromas de pésimo gusto por su aspecto físico, su nivel intelectual o su carácter reconocieron ahora públicamente haber pasado “un calvario que duró años” y del cual no se atrevían a hablar por miedo a perder sus empleos. Algunas de ellas sufrieron depresiones e incluso tuvieron que ser hospitalizadas.
Una de ellas, la divulgadora científica Florence Porcel, recordó que se sentía "constantemente vigilada" y que, desde entonces, debió “reorganizar su vida a partir de ese trauma".
Para tratar de contener el vendaval de denuncias, numerosos miembros de esa “secta” difundieron mensajes de disculpas dirigidos a sus víctimas. El acusado Vincent Glad, por ejemplo, intentó excusarse diciendo que “no era consciente” del daño que provocaba. "El objetivo no era acosar a mujeres, solo divertirse, pero rápidamente nuestra manera de divertirnos se convirtió en un problema y no nos dimos cuenta. Pensábamos que toda persona visible en internet, con su blog, Twitter u otros era digna de burla", sostuvo.
La crítica audiovisual Aicha Kottmann, que fue una de las primeras en lanzar las acusaciones, escribió en su cuenta Facebook: "Puede ser que lo hayan olvidado, pero la gente que sufrió con vuestro comportamiento y a la que hicieron daño conserva heridas profundas".
Glad aseguró que el grupo dejó de estar activo hace años y que recientemente fue disuelto.
El gobierno francés reaccionó de inmediato a través del secretario de Economía Digital, Mounir Mahjoubi, quién criticó severamente a esos "tipos que se creyeron los reyes de internet" y alentó a las víctimas a hablar "porque su testimonio permitirá que madure el internet actual".
La secretaria de Igualdad, Marlène Schiappa, fue aun más lejos y anticipó que examinará con el Ministerio de Justicia la posibilidad de ampliar la prescripción de los delitos de ciberacoso, que actualmente es de seis años y sancionado con penas de uno a tres años de cárcel y 45.000 euros de multa.