LA HABANA. El vestido, los zapatos, el fotógrafo... y las mascarillas.
Las niñas en Cuba están convirtiendo el preciado artículo de seguridad sanitaria en un accesorio de moda en las tradicionales sesiones de retratos de sus 15 años, al diseñarlas combinadas con sus trajes de fiesta en tiempos de coronavirus.
Cuba determinó el uso obligatorio de mascarillas en espacios públicos al comienzo del brote de coronavirus, en busca de frenar la propagación de la enfermedad respiratoria en la isla.
Mientras el país alivia las restricciones, las mascarillas se están convirtiendo, incluso, en parte de la moda en las celebraciones de las quinceañeras.
Los tradicionales festejos, actualmente limitados por la pandemia de Covid-19, generalmente incluyen sesiones de fotos con vestidos glamorosos.
"Tuve que diseñar mis propias mascarillas para que se adaptaran a mi atuendo y para que todos los colores funcionaran", dijo la cumpleañera Sofía Valenzuela, al margen de una sesión de fotos en la playa con un vestido blanco.
"La máscara facial fue realmente importante porque marcó una etapa importante de mi vida en estos tres meses de pandemia", señaló. Valenzuela hizo algunas de sus fotos sin mascarilla, como en la playa, y otras con ellas, especialmente en los espacios urbanos.
En una de sus fotos, posó frente a una pared de La Habana cubierta de coloridos grafitis usando un top negro, una minifalda a cuadros en blanco y negro, junto con una mascarilla que hace juego.
Su costurera, Migdalaixis Sánchez, relató que entrelazó rayas blancas y negras para crear el material para la máscara de tela. Algunas tiendas en la isla todavía están cerradas tras las medidas sanitarias debido al coronavirus, por lo que crear máscaras que combinen con el atuendo elegido no siempre resulta fácil.
"Tuve que innovar (...) Hay que complacer a las chicas que celebran sus 15 años", señaló Sánchez.
El fotógrafo Manuel Padrón, que ha filmado quinceañeras durante más de una década, sostiene que para las jovencitas lucir una mascarilla con diseño propio llama bastante la atención como si en realidad fuera parte del show.
Otra de las quinceañeras, Thaidelen González, dijo que todo se trata simplemente de tener cuidado. "Las fotos saldrán bien de todos modos, así que usar una máscara facial y cuidarse no es demasiado oneroso", añadió.
OTRA TRISTE REALIDAD
Pero mientras en Cuba preparan las celebraciones, las quinceañeras latinas en Estados Unidos se quedan con las ganas de festejar, pues todavía no se deshacen de un invitado al que nadie quiere en su cumpleaños: el coronavirus.
El distanciamiento social y la prohibición de reuniones de más de 10 personas para tratar de frenar los contagios en Estados Unidos echaron por tierra a incontables de estas fiestas, también denominadas quinceañeras, una de las industrias hispanas con mayor auge en el país, y que también provee de trabajo a un gran número de negocios y personas.
LOS VESTIDOS NO LLEGARON
Los estragos que la pandemia ha hecho en estas tradicionales celebraciones latinoamericanas comenzaron mucho antes de que el primer caso de contagio se presentara en Estados Unidos.
Desde enero los vestidos, la mayoría producidos en China, dejaron de llegar a las vitrinas estadounidenses.
"Las tiendas estaban teniendo muchos problemas en surtir sus pedidos.
"El 90 por ciento de estos vestidos son hechos en China, donde la producción se paralizó a comienzos de año", dijo a Efe Norma Capitanachi, directora en el sur de California de Quinceañera Magazine.
"Estamos hablando que la mayoría de estos vestidos ya estaban pagados", aclara la especialista en el tema.
Capitanachi explica que los pedidos son tantos que obligan a quinceañeras y sus padres a escoger y comprar el vestido con meses de anticipación, incluso más de un año, por lo que los proveedores se vieron en apuros incluso para cumplirles a las jóvenes que lograron realizar sus fiestas en el mes de febrero.
La demanda de los vestidos, que pueden sobrepasar precios de 10 mil dólares cada uno, también incluye los atuendos de las damas de honor, los padrinos, los chambelanes y todos los familiares que acuden a esta celebración.
"Las quinceañeras también muestran que estos inmigrantes, la mayoría mexicanos, se han podido superar y pueden darle lo mejor a sus hijas", considera la directora Norma Capitanachi.
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