WASHINGTON. La política migratoria podría hacer saltar chispas en el debate de hoy entre Donald Trump, que acusa a los migrantes de "envenenar la sangre" de Estados Unidos, y Joe Biden, quien hará lo posible para desmarcarse de su rival republicano.
Ambos tendrán muy presente que, según las encuestas, buena parte del electorado está preocupado por la seguridad en la frontera con México y por la afluencia de migrantes.
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Ambos candidatos presentarán sus propuestas en el tema en busca de convencer al electorado indeciso a través de sus propuestas migratorias.
Para Donald Trump, la migración es el eje central del programa electoral del magnate, cuya retórica antimigrante va en aumento a medida que se acerca la fecha de los comicios.
Durante su mandato, de 2017 a 2021, aplicó una política de "tolerancia cero", que trató como delincuentes a los migrantes que intentaban entrar ilegalmente en territorio estadounidense, con lo que perdían la custodia de sus hijos.
Además comenzó a construir un muro en la frontera con México. Ahora Trump sigue siendo partidario de la mano dura y promete tomar medidas "tan draconianas como sea necesario", como "cerrar la frontera" con México, reanudar la construcción del muro y deportar "masivamente".
"Será la deportación más grande en la historia de nuestro país", repite una y otra vez. "Están matando a nuestro país", son "delincuentes", dice a sus seguidores a pesar de que las estadísticas sobre criminalidad del FBI demuestran que los delitos violentos a nivel nacional disminuyeron 1.7 por ciento en 2022 y los asesinatos 6.1 por ciento en comparación con 2021.
En los últimos días ha sorprendido proponiendo permisos de residencia permanente a los extranjeros que se gradúen en las universidades estadounidenses. Si vuelve a la Casa Blanca, el republicano, de 78 años, amenaza con imponer aranceles a los países que no frenen el flujo de migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos.
Por otro lado, los republicanos culpan a las políticas de Biden de favorecer el derecho de asilo para los migrantes.
Llegó a la Casa Blanca con la promesa de impulsar una política migratoria"más humana", ahora se encuentra entre la espada y la pared: por un lado satisfacer al ala más a la izquierda del Partido Demócrata y por otro frenar la entrada de migrantes.
Se esmera así en intentar convencer al electorado de que es proactivo frente a los migrantes que cruzan la frontera sin visa y sin usar las "vías legales" promovidas por su gobierno.
Además impulsó una norma que acelera la negación de asilo a migrantes que representan un peligro para "la seguridad nacional o pública".
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En su política de una de cal y otra de arena, el presidente concedió amparo migratorio a casi medio millón de venezolanos y simplificará el proceso para que los migrantes casados con estadounidenses puedan obtener el permiso de residencia, la famosa tarjeta verde, sin tener que salir del país para solicitarla.
Además afirmó que acelerará la concesión de visas a los graduados en centros de educación superior, siempre y cuando "hayan recibido una oferta de trabajo altamente cualificada".