Islamabad.- La ganadora del Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai dice que extrañó mucho su hogar en el pintoresco Valle de Swat de Pakistán, incluso pese a los recuerdos de haber vivido durante dos años con temor a ser atacada por la interpretación de los talibanes de la ley islámica.
En su primera visita a la región en la que vivió cuando era una niña desde que un talibán le disparó en la cabeza por su blog sobre la educación de las niñas, Yousafzai, de 20 años, descartó las críticas de los paquistaníes que la acusan de promover una ideología que no está de acuerdo con los valores islámicos del país.
“Estoy orgullosa de mi religión y estoy orgullosa de mi país”, dijo Malala el viernes en una entrevista con Reuters.
La joven, que estudia en la Universidad de Oxford, dijo que se siente contenta de volver a su casa, aunque todavía espera una autorización de seguridad para visitar Swat.
“Nunca había estado tan emocionada por nada. Nunca he sido tan feliz antes”, dijo. “Extraño todo sobre Pakistán. Los ríos, las montañas, incluso las calles sucias y la basura alrededor de nuestra casa, y a mis amigos y nuestras charlas sobre nuestra vida escolar, sobre cómo solíamos pelear con nuestros vecinos”.
Malala sostuvo que quiso volver antes pero no pudo hacerlo debido a los temores por su seguridad y la exigencia para ingresar a Oxford, donde comenzó a estudiar el año pasado.
PREMIO NOBEL
El camino de Malala para convertirse en la ganadora del Premio Nobel más joven comenzó cuando la rama local del movimiento Talibán tomó en 2007 el control de su ciudad natal en Swat, a unos 250 kilómetros de Islamabad, cuando tenía 9 años.
El grupo Tehreek e Taliban Pakistan (TTP) prohibió la televisión, la música y la educación de niñas e incendió unas 200 escuelas, siguiendo el ejemplo del gobierno talibán en Afganistán en la década de 1990, que excluyó por la fuerza a las mujeres de casi todos los aspectos de la vida pública.
“Todavía recuerdo cada momento, como el miedo mientras dormía por la noche a que quizás no estuviera viva al día siguiente”, relató. “El temor a que si vas a la escuela, alguien puede detenerte y arrojarte ácido en la cara”.
Su padre era profesor en una escuela que educaba a las niñas y que logró permanecer abierta hasta principios de 2009.
Después que el Ejército paquistaní expulsó a los talibanes a mediados de 2009, se convirtió en un símbolo de la educación de las niñas a través de un blog que escribió para el servicio urdu de la BBC, que comenzó mientras los talibanes todavía estaban en el poder, y el documental “Class Dismissed” que la hizo famosa.
Eso la convirtió en un objetivo talibán. En 2012, un joven enmascarado y armado abordó su autobús escolar y le disparó. Más tarde, los talibanes dijeron que el ataque se debía a su promoción del liberalismo.
Malala fue llevada en avión a Gran Bretaña para ser operada y desde entonces ha permanecido en el exterior, escribiendo en colaboración el best-seller “I Am Malala” y creando una fundación que aboga por la educación de las niñas en todo el mundo.
En 2014 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, junto con un activista indio.
FIGURA POLARIZADORA
Pese a que es quizás la paquistaní más famosa del mundo, Malala es una figura polarizadora en su país, amada por muchos pero injuriada por otros.
Un grupo de escuelas privadas en Pakistán declaró el viernes que es el “Día Yo no soy Malala” por lo que su portavoz describió como su “ideología anti-Islam y anti-Pakistán”, una descripción que desconcierta a la joven.
“Simplemente no sé nada de nada que haya dicho que me haga anti-Pakistán o anti-Islam”, dijo. “El Islam me ha enseñado la importancia de la paz. El Islam me ha enseñado la importancia de la educación. La primera palabra del Islam, o la primera palabra del Corán, es ‘Iqra’, que significa ‘leer’”.
El compromiso con la educación fue uno de los temas de su reunión del jueves con el primer ministro Shahid Khaqan Abbasi, cuyo gobierno, junto al Ejército, ayudó a organizar su viaje, incluida la seguridad.
“Hablamos sobre educación y aprecié lo que ha hecho, pero creo que hay mucho más por hacer. El gobierno prometió un 4 por ciento del PIB para la educación, pero solo hasta ahora lo ha aumentado a 2,7”, relató la joven.
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