El supermartes, la jornada más importante del proceso de primarias de los dos grandes partidos de EU, dejó claro que el republicano Donald Trump y el presidente demócrata, Joe Biden, serán los nominados de sus partidos para disputar las elecciones generales de noviembre, que apuntan a una contienda bronca y que puede decidirse con márgenes muy estrechos.
Para el Partido Republicano, en el llamado supermartes estaban en juego 874 delegados (36 por ciento de los 2 mil 429 que votarán en su convención), y en el caso del Partido Demócrata, mil 420.
Ante la aplastante victoria de Trump, su única rival aún en carrera, la exembajadora estadounidense ante la ONU Nikki Haley suspendió el miércoles su campaña, aunque sin respaldar al expresidente.
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Trump logró adjudicarse más de 900 de los mil 215 delegados necesarios para ser elegido el candidato de su partido a la presidencia el supermartes de primarias y podría declararse virtual candidato presidencial como máximo en dos semanas.
Lo más probable es que su nominación matemática suceda el próximo día 12, donde se repartirán 161 delegados en primarias de estados como Georgia (59) o Washington (43).
El día 15 se celebran caucus en las Islas Mariana (9 delegados) y el día 16 en Guam (9 delegados), pero con certeza logrará la nominación -salvo sorpresa mayúscula- el día 19, donde se adjudicarán 350 delegados en estados como Florida (125) y Ohio (79).
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Aun así, Trump siempre será el candidato virtual hasta que sea nombrado oficialmente en la Convención Nacional del Partido Republicano que se celebrará en Milwaukee (Wisconsin), del 15 al 19 de julio, en la que los compromisarios dan su apoyo al candidato a presidente y vicepresidente.
Los delegados cuyo apoyo haya conseguido Trump en las distintas primarias y caucus, votarán por él, lo nombrarán oficialmente y arrancará así la campaña electoral para las elecciones del 5 de noviembre.
Aunque Trump ganó el martes en todos los estados, con la excepción de Vermont, se ve obligado a ampliar su base electoral rumbo a noviembre y no parece que vaya a ser fácil.
Los votos de sus simpatizantes son insuficientes para ganar en un puñado de estados que decidirán el resultado de las elecciones de noviembre. Necesita a los republicanos moderados y a los independientes.
Las encuestas a pie de urna del martes sugieren que no será sencillo.
En Carolina del Norte, por ejemplo, 66 por ciento de los votantes de Nikki Haley cree que el millonario no está preparado, mental ni físicamente, para ser presidente, según una encuesta de CNN.
Además, el 81 por ciento de ellos adelantó que no apoyará automáticamente al ganador de las primarias del partido.
Es un porcentaje importante. Donald Trump "debería preocuparse por la unidad del Partido Republicano", afirma Karl Rove, un consultor republicano.
Escollos para Biden
Por su parte, el presidente estadounidense, Joe Biden, vio afianzada este supermartes su candidatura a las presidenciales con victorias incontestables, que subrayan todavía más que avanza sin rivales demócratas hacia las elecciones de noviembre.
Como suele pasar con los presidentes en ejercicio, Biden no tuvo rivales demócratas que le hagan sombra. En los 15 estados y un territorio estaban llamados a las urnas no hubo sorpresas: ganó apenas poco después del respectivo cierre de los colegios electorales.
Como el calendario demócrata va algo retrasado frente al republicano, y aunque no tiene rivales en su partido, Biden no podrá superar el umbral de delegados requeridos para ganar la nominación hasta el 19 de marzo (cuando votan Arizona, Illinois, Kansas y Ohio), aunque siga ganando en todos los Estados.
Su nominación oficial como candidato presidencial será en la convención nacional demócrata que se celebrará del 19 al 22 de agosto en Chicago (Illinois), que reunirá a un total de 4 mil 540 delegados y superdelegados.
Está previsto que Biden sea el contendiente a batir. Según las encuestas, la pugna estaría muy reñida pero Trump lleva una ligera ventaja frente al demócrata.
Cuestiones clave
Al igual que en 2020, es probable que la carrera se reduzca a un puñado de estados indecisos, gracias al sistema de colegio electoral estado por estado en el que el ganador se lo lleva todo y que determina las elecciones presidenciales. Se espera que Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin sean muy reñidos en noviembre.
Los temas centrales de la campaña ya han salido a la luz. A pesar del bajo desempleo, un mercado bursátil al rojo vivo y una inflación cada vez menor, los votantes han expresado su descontento con el desempeño económico de Biden.
La otra gran debilidad de Biden es el estado de la frontera entre Estados Unidos y México, donde una oleada de inmigrantes abrumó al sistema después de que el actual mandatario flexibilizara algunas políticas de la era Trump.
La inmigración y la economía son las principales preocupaciones de los votantes de ambos partidos, según los sondeos en California, Carolina del Norte y Virginia.
La mayoría de los votantes republicanos en esos estados dijeron estar a favor de deportar a los inmigrantes ilegales.
La postura dura de Trump sobre la inmigración -incluida la promesa de iniciar el mayor esfuerzo de deportación de la historia- está en el centro de su campaña, tal como lo fue en 2016.
Los votantes esperan que Trump haga un mejor trabajo tanto en la economía como en la inmigración, según los sondeos de opinión.
Los legisladores republicanos, incitados por Trump, rechazaron en febrero un proyecto de ley bipartidista de aplicación de la ley de inmigración, lo que le dio a Biden la oportunidad de argumentar que los republicanos están más interesados en preservar la frontera sur como un problema que en encontrar una solución.
Los demócratas también son optimistas en cuanto a que el sentimiento de los votantes sobre la economía cambiará a favor de Biden si las tendencias económicas continúan aumentando a lo largo de 2024.
Trump puede verse perseguido por innumerables acusaciones penales a lo largo del año, aunque el calendario de sus juicios sigue sin estar claro.
Enfrenta un juicio en Georgia por intentar alterar las presidenciales de 2020; otro en Washington DC por su participación en el asalto al Capitolio; otro en Nueva York por supuestos pagos irregulares a la actriz porno Stormy Daniels; y otro en Florida por haber almacenado ilegalmente material clasificado en su mansión de Mar-a-Lago tras abandonar el poder.
Además, está pendiente que la Suprema Corte celebre una audiencia la semana del 22 de abril sobre si Trump puede ser juzgado por injerencia electoral en las presidenciales de 2020 o si tiene inmunidad.
En principio, su primer juicio penal estaba programado para comenzar el 25 de marzo en Nueva York.
Biden, por su parte, enfrenta obstáculos en su camino.
En primer lugar, continúa una campaña que reclama que actúe para establecer un alto el fuego inmediato en Gaza y que deje de apoyar a Israel. Lo hacen pidiendo el voto en blanco.
Después del gran éxito en Michigan la semana pasada, más de 40 mil personas votaron en blanco el martes en Minnesota, uno de los estados con mayor proporción de musulmanes en el país.
Alrededor de 20 por ciento de electores se decantó por el voto en blanco en este estado, según los resultados parciales.
El segundo escollo ha sido simbólico. Un empresario prácticamente desconocido, Jason Palmer, le derrotó en las primarias en la Samoa Americana, un archipiélago del Pacífico.
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Biden tampoco ha logrado disipar las preocupaciones sobre su edad o mejorar su posición general entre los votantes en las encuestas nacionales y estatales, que lo muestran apenas por delante o perdiendo contra Trump.
Algunos asesores han sugerido que la campaña de Biden abandone sus esperanzas de aumentar sus índices de aprobación y en su lugar se centre en reducir los de Trump, que según ellos se han mantenido estables pese a la profunda preocupación entre una gran franja de estadounidenses de que representa una grave amenaza para la democracia.