“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, es quizá la frase más famosa a atribuida a Salvador Allende, presidente de Chile de noviembre de 1970 hasta su muerte, el 11 de septiembre de 1973 durante el asalto al Palacio de La Moneda encabezado por Augusto Pinochet.
En medio de la polarización política de la Guerra Fría, Allende se propuso renovar la sociedad chilena, propuso un programa de reformas estructurales que buscaban concretar lo que llamó la "vía chilena al socialismo".
Entre sus principales medidas estuvo la estatización de empresas, donde se destacó la nacionalización del cobre (el principal recurso natural de Chile); el impulso de una reforma agraria; aumentos de salarios de los trabajadores; y medidas de distribución de la riqueza.
Su programa chocó con la oposición democristiana de derechas y el desacuerdo de la izquierda radical. La clase media chilena manifestó su desacuerdo con muchas decisiones del gobierno, debido a la alta inflación a la que llevó la política antiimperialista de Allende.
"Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno” fueron las palabras que Allende trasmitió al pueblo chileno la mañana de aquel 11 de septiembre por Radio Corporación, cuando daba a conocer al pueblo la situación que se avecinaba.
Fue derrocado por un golpe militar, encabezado por el general Augusto Pinochet Ugarte, el 11 de septiembre de 1973, que implicó un cambio radical del modelo económico.
Este fue el primer laboratorio del neoliberalismo que buscaba reemplazar el llamado 'Estado de Bienestar' surgido en las principales potencias del mundo occidental tras la Segunda Guerra Mundial.
Los impulsores más conocidos de esta nueva doctrina eran los 'Chicago boys', economistas liderados por Milton Friedman.