Stephen se dio cuenta de que se identificaba como mujer. Se puso peluca, se maquilló, vistió como una mujer y decidió llamarse Karen White. Todo ocurrió mientras bajo el nombre de Stephen enfrentaba múltiples acusaciones por violaciones y acoso sexual y lo que vino después causó gran polémica en Reino Unido.
Ante el cambio de género, que solo realizó en apariencia, fue transferida a la prisión de New Hall donde convivió con mujeres a pesar de ser un violador bajo condena. Ahí reincidió: aprovechó su cercanía con sus compañeras y abusó de cuatro de ellas entre septiembre y noviembre del año pasado.
Según explica la BBC, las autoridades carcelarias tienen como guía el recluir a los presos según el género que expresan pero no han contemplado las implicaciones de poner a un violador entre sus víctimas. Karen se declaró culpable de violar a sus compañeras.
El debate que inició cuestiona el dónde recluir a los presos transgénero cuando han cometido crímenes contra las mismas personas que adoptó con su nueva identidad.
Además condenan que este cambio de identidad sea válido tan solo con declararse del género opuesto y no someterse a los cambios que implica. Explican que Karen nunca se sometió a una cirugía de cambio de género por lo que dentro de la cárcel de mujeres conservó sus genitales y se aprovechó de ello.
Frances Crook, directora ejecutiva de la liga a favor de la reforma penal, considera que las mujeres en la cárcel han sido puestas en riesgos por un grupo de hombres violentos que cumplen una condena por violación contra las mujeres.
Citado por The Guardian, el Ministerio de Justicia se disculpó en el caso de Karen y aceptó que no tomaron en cuenta su historial de abuso sexual. Y añade que las solicitudes de traslado de reclusos cuyo sexo legal no concuerda con su género autoidentificado normalmente son evaluadas por un tribunal transgénero, "que debe considerar todo el historial ofensivo anterior", pero esto no se llevó a cabo en este caso.