La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) justificó la detonación de un arma de fuego y el lanzamiento de gases lacrimógenos hacia la población de Zacatelco la noche del pasado sábado, para rescatar a nueve personas retenidas a bordo de una camioneta de transporte público, entre ellos dos presuntos asaltantes.
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La dependencia que encabeza Ramón Celaya Gamboa emitió un comunicado tras los violentos hechos y afirmó que únicamente activó el Protocolo de Actuación Policial para Prevenir y Atender Casos de Linchamientos en el Estado de Tlaxcala, a fin de evitar que los hombres señalados de cometer un asalto fueran golpeados o, peor aún, quemados vivos como se amagaba por parte de la turba enardecida.
LOS HECHOS
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De acuerdo con Brayan N., operador de un minibús de la ruta Tlaxcala-Puebla, unos sujetos fingieron ser pasajeros y abordaron la unidad en las inmediaciones de la Central Camionera, pero a la altura de la parada de “La Virgen”, en la misma capital tlaxcalteca, los individuos comenzaron a amenazar a los pasajeros con armas punzocortantes.
No obstante, algunos pasajeros opusieron resistencia y junto con el chofer y el cobrador, les hicieron frente a golpes; por lo que los asaltantes descendieron y abordaron una unidad colectiva de la ruta Tlaxcala-Xicohtzinco para huir.
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El operador del minibús los siguió, al tiempo de pedir apoyo a sus compañeros transportistas y fue en el zócalo de Zacatelco que lograron alcanzarlos y rodearon la unidad con la intención de bajar a los sujetos, pero elementos policiacos resguardaron la unidad para evitar que la turba hiciera daño.
Tras varios minutos de diálogo, los responsables de la ruta afectada acordaron con personal policiaco que los presuntos ladrones fueran presentados ante la Agencia del Ministerio Público; sin embargo, decenas de personas, hombres jóvenes en su mayoría, se opusieron.
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Fue así que comenzaron las posturas encontradas, los empujones y algunos hombres lanzaron piedras a la colectiva, lo que obligó a los policías a hacer uso de sus armas.
Un elemento de la SSC desenfundó su arma de cargo calibre .9 milímetros y la activó en cinco ocasiones, sin importarle que hubiera decenas de civiles muy cerca de él, mientras que otro apuntó de manera amenazante con un rifle hacia la ciudadanía para alejarlos de la colectiva con los presuntos ladrones en el interior, pero no la activó.
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Otros integrantes de la Policía Estatal activaron al menos cinco bombas de lacrimógeno para dispersar a la turba que pretendía golpear a los presuntos ladrones, como escarmiento para que no vuelvan a delinquir.
El zócalo de Zacatelco se convirtió por momentos en una zona de batalla y la columna de humo blanco generada por gas lacrimógeno, permitió la extracción de los retenidos para su traslado a la Agencia del Ministerio Público.
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En redes sociales ha sido severamente criticado el uso de un arma de fuego en este acto, toda vez que contraviene lo que indica el protocolo para atender casos de linchamientos de priorizar el diálogo.