TAPACHULA, Chis.- Más de mil 350 migrantes originarios de todo Centroamérica iniciaron un largo vía crucis desde el sur de México para solicitar respeto a sus derechos humanos, asilo o refugio en México y Estados Unidos y oportunidades de vida.
Los extranjeros, procedentes de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y otras naciones, iniciaron este Domingo de Ramos su peregrinar desde la frontera México-Guatemala, en la ciudad de Tapachula, y se trasladan a pie por carreteras que los lleven hacia el estado de Oaxaca, donde pretenden encontrarse con activistas y demás connacionales para seguir su viaje.
En el contingente marchan niños, recién nacidos en brazos de sus madres, hombres y mujeres que al unísono corean “viva Centroamérica, no somos delincuentes, somos trabajadores internacionales”.
Madres viajan con hijos
Blanca, nativa de El Salvador, asegura que en su país ya no se puede vivir debido a la violencia que prevalece por parte de las pandillas como la mara Salvatrucha XIII y el Barrio XVIII. Ella viaja con su pequeña hija de dos años, su hermano y su madre.
Para Blanca, de 20 años de edad, caminar tantos kilómetros no le preocupa ni le cansa, sin embargo, el temor es no poder encontrar una oportunidad de vida.
“Yo todo lo hago por mi hija, sé que voy a llegar con bien, no tengo miedo porque viajo con mucha gente, si llega a pasar algo no van a dejar que me pase algo”, relata.
Si Trump estuviera aquí se olvidaría del muro, no ha tenido la necesidad y por eso hace ese tipo de planteamiento ante el mundo, pero tendría qué caminar con nosotros para conocer la realidad que vivimos los latinos”, acota mientras vigila a su pequeña Michelle que llora por un sorbo de agua.
Como Blanca cientos de casos se podrían narrar en este vía crucis. Las madres que viajan con sus hijos tienen que buscar hidratarlos, alimentos y sombra para que no desmayen en este periplo sin regreso a su país, porque así lo dictan ellos: jamás regresaremos a nuestros hogares en Centroamérica.
El caso de Estela Núñez, una mujer de 45 años, es otra de las historias reales que no se pueden pasar por alto. Nativa de Honduras, asegura que su sueño es llegar e Estados Unidos y viaja en brazos con la hija de una de sus mejores amigas.
“Yo no creo que México les deje a los gringos construir ese muro, porque México también nos apoya pero hace falta hacer más por todos los migrantes”, culmina mientras retoma su paso en el contingente bajo el sol.
Niños solos, sin sus padres
Por primera vez, un nutrido grupo de niños acompaña la caravana. Algunos tomados de las manos con sus padres, otros recién nacidos que son amamantados en algún sector donde se detienen a descansar, pero el caso más crítico es el de los infantes que viajan solos, sin sus familias, acompañados nada más por aquellos que les brindan protección en el camino.
En el vía crucis viajan 150 niños no acompañados, 30 bebés y algunos adolescentes que también buscan cumplir la osadía y el largo trote hasta el norte de México, según el reporte de Pueblo sin Fronteras.
Georgina Dearivo, coordinadora de proyectos en esta organización, señala que la mayoría de extranjeros que iniciaron su andar por Chiapas son nativos de Honduras, incluyendo a los niños y niñas. La causa: la violencia de carácter político y militar, aunado al pan de cada día en Centroamérica: las pandillas que asolan.
“La encomienda es luchar hombro con hombro con los compañeros y compañeras migrantes, para exigir mejores tratos, un tránsito digno y su derecho humano de solicitudes de refugio en México y Estados Unidos”, dijo.
El vía crucis de migrantes toma rumbo hacia el municipio de Arriaga para cruzar a Oaxaca, después llegarán hasta Puebla y Ciudad de México.