Juan, Francisca, Isabel, Jesús y Silvia son parte de las más de 700 personas que en los últimos siete años abandonaron sus hogares en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, huyendo de los balazos por los enfrentamientos entre criminales, del despojo de sus tierras, del temor a desplazarse de una comunidad a otra y toparse con los retenes de “militares con tenis”.
Ellos y ellas se armaron de valor ante el temor de que a sus hijos les ocurriera lo que a muchos niños y niñas que son secuestradas, para ser reclutados como sicarios y las niñas para ser violadas, porque esa es la vida en el llamado “Triángulo Dorado”.
Apoyados por colectivos como Nuevo Amanecer, se alojan en asentamientos en Parral, donde a pesar de estar a 400 kilómetros de distancia, aún viven con miedo.
"Juan", el miedo sigue seis años después de recibir amenazas
Un hombre de origen rarámuri, quien se identificó como “Juan” por temor a su seguridad, narró a esta casa editora las situaciones que enfrentó al ser víctima de desplazamiento forzado por grupos delictivos en las entrañas de la sierra de Balleza, Chihuahua.
Los hechos ocurrieron hace más de seis años, cuando tuvo que partir de su lugar de origen luego de que durante una noche, al estar en compañía de su familia, arribaran a su hogar sujetos armados y encapuchados quienes ingresaron por la fuerza a su humilde vivienda y los amenazaron de muerte a él y su familia y no se hicieron esperar ya que el miedo se apoderó de ellos, convirtiéndose en la actualidad en el recuerdo más “crudo” de la realidad que se vive en estos lugares.
Siempre mi mayor preocupación fue mi familia, que no les fueran hacer algo malo y no saber qué pasaría conmigo es algo con lo que a pesar de los años aún vivo con temor.
La víctima junto con otros pobladores fueron golpeados con tablas o lo que comúnmente se conoce como “tablear” por integrantes de estos grupos, quienes les indicaron que debían darle el voto a fuerzas a uno de los candidatos al encontrarse en periodo electoral.
Con temor recordó que el hecho delictivo ocurrió alrededor de las 22:00 horas cuando llegaron las personas, siendo desde ese momento cuando cambió por completo la vida de esta familia. Tras ser golpeado en repetidas ocasiones, esa noche decidió huir de la violencia en la zona serrana y buscar una mejor vida, en la cual no tuvieran miedo por las amenazas de los delincuentes.
“No existe otra opción más que salir huyendo a escondidas, ya que en estos lugares está uno bajo la ley del criminales, quienes nos someten, por lo que corres o mueres en el intento de una mejor vida”.
Señaló que la situación en las comunidades se agravó debido a que algunos de los pobladores cambiaron de partidos políticos, acto que no le pareció bien al grupo delictivo, quienes comenzaron con las amenazas.
“La ola de violencia se agrava cuando se presenta el periodo electoral, debido a que deben emitir su voto por quienes deciden los delincuentes", que, señaló, "tienen el poder de la seguridad”.
Recordó con nostalgia que salir huyendo de su pueblo de origen fue una decisión difícil, puesto que se quedaban atrás sus padres y demás familiares para continuar viviendo bajo la ley y el mando de la delincuencia.
“Es muy triste ver que ellos se quedaron, ya que viven sometidos y cada vez que hay proceso electoral es cuando más difícil se ponen las cosas para la población de estas localidades, ya que no hay ley; estamos solos y lejos de las autoridades”.
Detalló que algunas de las familias que determinaron continuar en sus hogares les han asesinado integrantes.
Es muy triste ver que existen ranchos que están solos; en otro, aún permanece una mujer sola debido a que le fueron asesinados sus hijos y esposo.
La población permanece bajo el mando de los grupos delictivos, por lo que al paso del tiempo han tenido que unirse a las labores de vigilancia, permanecen cuidando que ninguna de las personas alce la voz y alerte a las autoridades sobre lo que se vive en la sierra.
“Con tal de conservar sus vidas, un grupo de personas pertenecientes a nuestras comunidades se han unido con ellos; vigilan que no se vaya a poner alguna queja o se informe sobre los crímenes que se cometen”.
Finalmente, añadió que falta presencia de autoridades en estas comunidades que se encuentran apartadas, ya que por miedo, los pobladores no alzarán la voz para pedir ayuda.
"Los recuerdos hacen un nudo en la garganta"
Otro de los testimonios en una de las comunidades de Guadalupe y Calvo, es el de una familia que desde hace 10 años tuvieron que enfrentarse a una de las tragedias de mayor impacto, ya que fueron asesinados cinco integrantes.
La mujer, quien por temor decidió llamarse “Francisca”, recuerda aquel día como si fuera ayer; sin embargo, en su rostro se marca la nostalgia de haber perdido a sus hijos y a sus nietas, ya que mencionó que fue un domingo en el que todo transcurría con normalidad.
Ese día dijo que sus hijos se levantaron temprano para disfrutar el desayuno que ella les había preparado, debido a que tenía conocimiento de que saldrían a realizar algunos pendientes de trabajo.
Recuerdo que les preparé el desayuno, su comida preferida, misma que no he vuelto a poder hacer, ya que los recuerdos hacen un nudo en la garganta y en el corazón.
Refirió que el teléfono de su hija comenzó a sonar, siendo la alerta de una llamada, por lo que al contestar, le solicitaron que acudiera a vender unos artículos a un sitio. Ante esto emprendió su camino acompañada de sus hermanos e hijas.
Ese día fue el último en el que los vi con vida, después todo cambió y tuvimos que enfrentarnos a lo más difícil.
Los integrantes de esta familia salieron del hogar a bordo de una camioneta, comentándole a su madre que regresaría más tarde y que estarían en comunicación con ella; sin embargo, su voz jamás se volvió a escuchar.
Al paso de las horas, la madre esperó el regreso de sus hijos y nietas, pero un extraño presentimiento la hizo pensar que algo malo estaba pasando, pero mantuvo la esperanza de que le marcaran, ya que cada vez que salían le realizaban llamadas para informar en donde se encontraban.
Al día siguiente dijo que salió en su búsqueda acompañada de los pobladores de la comunidad y un grupo de militares.
“Nadie quiso decir nada, sólo que los habían visto pasar, por lo cual comenzamos a peinar el lugar para localizar a mis hijos, incluso los asesinos se unieron a la búsqueda”.
Las labores continuaron al otro día siendo localizados los cuerpos de esta familia a un costado de la carretera, presentaban impactos producidos por proyectil de arma de fuego; además se encontraban llenos de lodo.
"Ese día llovía mucho, gente que supo de este hecho platicó que a mis hijos les quitaron la camioneta en la que viajaban y los mataron al instante, además con una máquina hicieron un hoyo y los sepultaron, todos tenían muchos balazos en sus cuerpos”.
Posteriormente, los trasladaron a Parral para su necropsia y regresaron con ellos para efectuar las honras fúnebres.
Fue una enorme tristeza ver sus féretros, mis hijos sin vida, no lo podía creer, no sé de dónde saqué las fuerzas para salir adelante.
Al transcurrir más de dos años, la mujer creyó que habían alcanzado la paz; sin embargo, un nuevo hecho de violencia volvería a presentarse debido a que uno de sus yernos fue asesinado frente a su hogar.
“Recuerdo que ese día estaban realizando unos arreglos en un cerco que teníamos cuando llegaron sujetos e intentaron llevárselo; sin embargo, él descendió de la camioneta y puso resistencia, terminaron disparándole al frente de nosotros”.
Además, en esta acción indicó que su nieto, un niño de 12 años de edad, fue privado de la libertad por los sujetos desconocidos que lo mantuvieron en cautiverio por alrededor de dos meses en los que fue torturado.
En su piel, él guarda las señas de todo lo que vivió. Gracias a Dios nos permitieron que regresara con vida, pero tuvimos que salir huyendo.
Al terminar los servicios funerarios del hombre, indicó que regresaron nuevamente al hogar; aunque fueron interceptados por los sujetos armados que les indicaron que debían irse de ese lugar, si no, iban a terminar con sus vidas.
"Nos tiraban balazos a los pies", narra "Isabel"
Otro de los testimonios también suscitado en Guadalupe y Calvo corresponde a una madre de familia de nombre “Isabel”, quien escuchó cuando sujetos armados irrumpieron en su hogar en donde se encontraban sus hijos de 6, 12 y 20 años, además de su nieta de dos años.
Fue durante el mes de abril cuando se cumplieron cinco años de que fueron víctimas de la violencia por grupos delictivos, en donde la mujer señala que, al estar frente a su hogar, escuchó fuertes detonaciones de proyectil de arma de fuego, además de los gritos y llanto de sus hijos.
Yo dije 'ya mataron a mis hijos' y salí corriendo hasta la puerta de mi casa, ahí estaban unos hombres; sin embargo, no lograron detenerme y logré entrar.
Indicó que al ingresar al inmueble, los sujetos tenían amenazados a sus hijos, además le señalaban que necesitaban las llaves de un vehículo que tenían estacionado, propiedad de su familia, pero debido a los nervios que sentía la mujer no recordaba en dónde había colocado las llaves. Por lo cual, las amenazas de muerte continuaron, además de que comenzaron nuevamente a disparar.
Nos tiraban balazos en los pies, presionándome para que me acordara en dónde había colocado las llaves, lo único que me decían era 'la vamos a tener que matar señora'…
Mencionó que logró acordarse en dónde estaban las llaves, por lo cual se las entregó, ellos le ordenaron a la hija de la señora que procediera a sacar el vehículo de la cochera. Posteriormente, los sujetos emprendieron la huida a bordo del automóvil que fue localizado totalmente destruido debido a que presentaban impactos producidos por arma de fuego ya que se encontraba un enfrentamiento entre grupos antagónicos.
“Después localizamos el vehículo todo destruido, tenía muchos impactos por arma de fuego, debido al enfrentamiento”.
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Al día siguiente, la familia señala que los sujetos regresaron pero no entraron al hogar, pero por el temor de que les hicieran algo o terminarán con sus vidas determinaron salir huyendo de su hogar.
“No sabíamos cómo irnos, no había ni gasolina, así que lo que hicimos es que juntamos el combustible ya que teníamos otras dos unidades y salimos del municipio a escondidas”. A pesar de que sus hijos le indican que extrañan su “ranchito” no quieren regresar a vivir a ese sitio, “preferimos aguantar el hambre lejos pero con vida, que es lo más importante”.
Un hecho más que marca la delincuencia en la zona serrana, es el de una mujer de nombre Silvia quien se quedó sola con sus hijos ya que su esposo fue asesinado siendo víctima del conflicto entre los grupos.
Desde hace cuatro años, los integrantes de esta familia expusieron la situación que se vive en el municipio de Guadalupe y Calvo, misma que describieron se encuentra “bajo el mando del crimen organizado”.
Tras la disputa entre los grupos delictivos derivó en el asesinato de su esposo, quien se desempeñaba en las labores de un rancho familiar, por lo que frecuentemente transitaban por él rumbo a Guachochi.
“Cada que íbamos lo amenazaban para que les llevara información al grupo contrario, le decían que tenía que soltar la información y avisarles a los otros que se fueran del territorio”.
Esta situación generaba la preocupación de la familia debido a que las amenazas eran constantes, hasta que un día su compañero de vida fue privado de la libertad y asesinado.
Teníamos tanto miedo de que algo nos pasará y nos pasó lo peor, mataron a mi esposo y a mí me hicieron muchas cosas, que me han dejado marcada de por vida.
La mayor preocupación era localizar al hombre por lo que tardaron algunos días, siendo en ese momento cuando comenzaron a recibir nuevamente amenazas. “No querían que lo encontráramos pero cómo iba a dejar de buscar al padre de mis hijos”.
El cuerpo de su esposo logró ser localizado en una de las carreteras, por lo que tras brindarle la sepultura salieron huyendo del municipio de Guadalupe y Calvo en busca de una mejor vida , lejos de la delincuencia, sin embargo ahora se enfrentan al olvido de las autoridades quienes no los han apoyado.
El hecho más reciente de los casos de desplazamiento corresponde a un matrimonio de jóvenes quienes tuvieron que salir a principios de este año del municipio de Guadalupe y Calvo debido a las amenazas de los grupos delictivos.
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La pareja de 20 y 23 años tomaron sus maletas y emprendieron la huida con su pequeño hijo de dos años debido al temor de ser asesinados. Jesús, el padre de familia expuso que la ola de violencia se incrementó este año en el municipio.
Algunas casas fueron quemadas, su gente salió corriendo a los montes a refugiarse.
Ante esto, determinaron establecerse en otro municipio en donde esperan continuar trabajando para no regresar a la sierra. “Las cosas nunca cambian, siempre estamos bajo el dominio de quienes tienen el poder, es mejor estar lejos”.
Nota publicada originalmente en El Sol de Parral