/ sábado 25 de junio de 2022

"Abrazos ya no alcanzan para vivir con balazos": el mensaje a AMLO en misa a sacerdotes asesinados

Durante la misa, la comunidad jesuita pidió "al señor presidente de la República revise su proyecto de seguridad pública porque no vamos bien y esto es clamor popular"

Chihuahua.- "Los abrazos ya no nos alcanzan para vivir con los balazos”, expresó el sacerdote Javier “Pato” Ávila Aguirre al dirigir la misa de cuerpo presente de los padres jesuitas Joaquín César Mora Salazar y Javier Campos Morales, asesinados en la iglesia de Cerocahui, en el municipio de Urique.

Los despiden entre sonido de sonajas y tambores rarámuris

Violines rarámuris, sonajas y cantos tradicionales en la lengua ancestral recibieron al cortejo fúnebre que arribó con los féretros de los sacerdotes al templo del Sagrado Corazón de Jesús, en la capital del estado.

Por si te interesa: ¿El Chueco le perdonó la vida a un tercer sacerdote? Testigo revela detalles del asesinato en Cerocahui

Con la vestimenta tradicional de la Alta y Baja Tarahumara, 11 mujeres y dos hombres danzaron y presentaron sus respetos al "Padre Gallo" y al "Padre Morita", como los llamaban cariñosamente y con quienes convivieron por espacio de dos a tres décadas.

Los guías espirituales de las comunidades serranas yacían en el altar del templo, recinto de la Compañía de Jesús, enmarcado en la rigurosa liturgia jesuita.

Multitudes aguardaban afuera en la esquina de las avenidas Ocampo y 20 de Noviembre, donde las filas de personas daban vuelta, así como de vehículos tratando de encontrar un lugar para estacionarse y entrar para despedirse de los sacerdotes que dedicaron su vida y ministerio a favor de los habitantes de la Sierra Tarahumara.

Una carroza negra y otra blanca, sin resguardo policiaco por petición de sus hermanos de la Compañía de Jesús, se aproximaron y sortearon el perímetro con acordonamiento amarillo que abarcaba, desde la calle Décima al este, al sur en la calle Urquidi, al oriente hasta la calle 18 y al norte con la avenida 20 de Noviembre, donde se implementó un operativo con unidades de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, elementos del grupo EPE y Policía Vial de las Fuerzas Estatales.

Lee también: AMLO está cegado con estrategia de "abrazos, no balazos": rector de la Ibero Torreón

Ante una iglesia repleta a toda su capacidad, entre personas sentadas y otras de pie, comenzó la liturgia. Frente al altar el arzobispo Constancio Miranda, acompañado del sacerdote Javier "Pato" Ávila a su diestra y el padre provincial jesuita Luis Gerardo Moro Madrid a su izquierda, iniciaron la misa exequial con el llamado a que ante la inesperada y dolorosa muerte de los clérigos, se hiciera un esfuerzo por levantar la fe a la mirada a Dios.

“Consternados ante este hecho, no podemos desesperarnos. La fe nos asegura que la vida de nuestros hermanos no ha terminado con esta muerte que contemplan nuestros ojos. Creemos que continúan viviendo en una dimensión distinta y ahora para nosotros incomprensible, pero no por ello menos verdadera”, expresó Constancio Miranda.

En torno al altar, dos decenas de sacerdotes jesuitas, diocesanos y franciscanos llenaron de blanco el espacio, al centro los ataúdes sobre los cuales colocaron las sotanas de los servidores de Cristo y posteriormente -abiertas- las Sagradas Escrituras.

En un acto fraternal, el arzobispo Miranda Weckmann y el padre provincial Moro Madrid posaron sus manos, al pie de los ataúdes, con los ojos cerrados como en una bendición. El cirio pascual fue encendido para que brille para ellos la luz eterna.

Foto: Gera Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

El aforo fue rápidamente alcanzado por los dolientes de los queridos misioneros, por lo que se armó un auditorio improvisado al aire libre sobre la calle 14 con una pantalla para que los fieles siguieran la misa. Un grito ahogado de trifulca se escuchó al interior cuando, con violencia, los asistentes luchaban por entrar a despedirse de los sacerdotes. El fervor fue aquietado sin mayores consecuencias por los elementos que custodiaban fuertemente el lugar.

En una de las bancas, la familia del guía turístico Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, quien fue asesinado junto con los sacerdotes. Con profunda tristeza sus deudos participaron de la ceremonia religiosa en la que se hizo especial mención a esta tercera víctima y por quien junto a los jesuitas se elevaron oraciones para su eterno descanso.

Foto: Gera Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

En otros asientos se encontraban los exgobernadores Javier Corral Jurado y su esposa, Cinthya Chavira; Patricio Martínez García y Fernando Baeza Meléndez. También Lucía Chavira, expresidenta del DIF; el deportista olímpico chihuahuense Horacio Nava, la expresidenta estatal del PAN, Rocío Reza, y el activista Julián LeBarón. El resto, ciudadanos –mestizos y rarámuris—, todos unidos en un mismo dolor.

Vergonzosa impunidad: Ávila

“Hoy, nos ha convocado la vida, no la muerte: Pedro, Joaquín, Javier. Qué difícil es despedirnos de nuestros seres queridos. La muerte es lo más inhumano de lo humano y nos deja llenos de preguntas. Se fueron sin pedir permiso y con su morral lleno de historias y de amores. Caminan adelante bienaventurados, alégrense, porque trajeron a la Sierra el Onorúame, Yerúame, al Dios Padre – Madre, que vive. Es muy fácil ser humano, pero muy difícil hacerse humano y en Javier y Joaquín encontramos a dos sacerdotes profundamente humanos”, expresó el padre Pato” Javier Ávila.

“¿Cuándo vamos a dejar de nombrar a Joaquín y a Javier? Sus nombres seguirán rebotando en el eco de los barrancos y en el susurro del viento que recorre los pinos y las montañas. Desde este recinto sagrado, espacio de reconciliación, paz y esperanza, respetuosamente pedimos al señor presidente de la República, revise su proyecto de seguridad pública porque no vamos bien y esto es clamor popular.

“Este evento lamentable no es aislado en nuestro país; un país invadido por la violencia y la impunidad. Nuestro tono es pacífico pero alto y claro, invitando a que las acciones de gobierno finalmente acaben con la impunidad imperante en nuestra sociedad. Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, tras lo cual los fieles ahí reunidos rompieron en aplausos, fuerte, sobrio y ensordecedor.

Foto: Reuters

No es suficiente con detener a un cabecilla: Moro

Los féretros fueron rociados con agua bendita por el padre provincial Luis Gerardo Moro y perfumados con incienso por el padre Ávila.

El representante de la Compañía de Jesús agradeció a quienes acompañaron a sus hermanos en el doloroso momento y expresó a las familias de las víctimas que no han dejado de pedir a Dios por ellos, que cuentan con su apoyo y afecto. Enseguida, dio a conocer un mensaje enviado por la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe, expedido, desde Lima, Perú.

“Hemos estado muy de cerca con ustedes en el dolor, en la indignación y en la espera. La sangre derramada de Javier y de Joaquín como señal de su decisión de defender la vida de todos y de todo, nos interpela y nos alimenta. Resucitados con Cristo, asesinado en la Cruz, son luz para nosotros. En nombre de todos y cada uno de los jesuitas de América Latina, en nombre de todas las compañeras y compañeros de este Cuerpo Apostólico, les saludamos con un beso de paz. Pedimos porque la sangre de nuestros hermanos sea semilla de justicia y libertad y ofrecemos toda nuestra solidaridad y compromiso para que la reconciliación y la justicia sean una realidad en México y en todas nuestras tierras”, compartió a nombre de Roberto Jaramillo Bernal, presidente de la Conferencia.

Foto: Reuters

Asimismo, el padre Moro narró cómo acompañado por el presidente de la Comisión de Derechos Humanos acudió a reconocer los cuerpos de sus hermanos jesuitas.

“Hoy con la muerte de nuestros tres hermanos, la recuperación de sus cuerpos y la promesa de la administración estatal de la próxima y pronta detención del sospechoso, nos damos cuenta que no es suficiente. No es suficiente. La realidad de violencia no se va a resolver sólo capturando a un cabecilla. Necesitamos cambiar nuestra cultura de violencia por una de reconciliación y amor. No queremos ni debemos quedarnos satisfechos. Si en 72 horas se lograron recuperar los cuerpos de dos sacerdotes y un laico, ¿por qué no hacer esto con tantos casos impunes? Ya no nos basta. No nos vamos a ir de la Sierra Tarahumara y queremos estar con nuestros pueblos indígenas pero también tenemos una responsabilidad moral de tantos asesinatos y personas desaparecidas. Exigimos que las autoridades cumplan con su obligación y deber”, aseveró al ser cobijado con aplausos de los presentes.

Los presentes gritaron a una sola voz: ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva el Padre Gallo! ¡Viva el Padre Mora! ¡Viva México! ¡Viva la Tarahumara! Y para finalizar nueve repeticiones de ¡Ya Basta!

La multitud se encaminó al altar para despedirse ante los ataúdes, unos se arrodillaban y dejaban un beso respetuoso sobre los féretros; otros caían de rodillas para llorar a sus muertos, las puertas se abrieron para permitir la despedida de quienes esperaban afuera.

Foto: Reuters

La comitiva de las diferentes etnias –en su mayoría, rarámuri- bailó nuevamente, hizo sonar los tambores y las sonajas además de ofrecer aromas de incienso hacia los cuatro puntos cardinales.

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En punto de las 14:30 horas, los cuerpos fueron sacados entre aplausos y cantos para volver a las carrozas que los transportaron hasta el poblado de Creel, en el corazón de la Sierra Tarahumara, y una parada para compartir con los fieles de la Diócesis de Bocoyna, ya que este domingo continuarán el viaje hacia Cerocahui, del municipio de Urique, donde se realizará una velación nocturna y el lunes se depositarán sus restos en el atrio del templo, donde fueron asesinados junto con el guía turístico el 20 de junio pasado.


Nota publicada en El Heraldo de Chihuahua

Chihuahua.- "Los abrazos ya no nos alcanzan para vivir con los balazos”, expresó el sacerdote Javier “Pato” Ávila Aguirre al dirigir la misa de cuerpo presente de los padres jesuitas Joaquín César Mora Salazar y Javier Campos Morales, asesinados en la iglesia de Cerocahui, en el municipio de Urique.

Los despiden entre sonido de sonajas y tambores rarámuris

Violines rarámuris, sonajas y cantos tradicionales en la lengua ancestral recibieron al cortejo fúnebre que arribó con los féretros de los sacerdotes al templo del Sagrado Corazón de Jesús, en la capital del estado.

Por si te interesa: ¿El Chueco le perdonó la vida a un tercer sacerdote? Testigo revela detalles del asesinato en Cerocahui

Con la vestimenta tradicional de la Alta y Baja Tarahumara, 11 mujeres y dos hombres danzaron y presentaron sus respetos al "Padre Gallo" y al "Padre Morita", como los llamaban cariñosamente y con quienes convivieron por espacio de dos a tres décadas.

Los guías espirituales de las comunidades serranas yacían en el altar del templo, recinto de la Compañía de Jesús, enmarcado en la rigurosa liturgia jesuita.

Multitudes aguardaban afuera en la esquina de las avenidas Ocampo y 20 de Noviembre, donde las filas de personas daban vuelta, así como de vehículos tratando de encontrar un lugar para estacionarse y entrar para despedirse de los sacerdotes que dedicaron su vida y ministerio a favor de los habitantes de la Sierra Tarahumara.

Una carroza negra y otra blanca, sin resguardo policiaco por petición de sus hermanos de la Compañía de Jesús, se aproximaron y sortearon el perímetro con acordonamiento amarillo que abarcaba, desde la calle Décima al este, al sur en la calle Urquidi, al oriente hasta la calle 18 y al norte con la avenida 20 de Noviembre, donde se implementó un operativo con unidades de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, elementos del grupo EPE y Policía Vial de las Fuerzas Estatales.

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Ante una iglesia repleta a toda su capacidad, entre personas sentadas y otras de pie, comenzó la liturgia. Frente al altar el arzobispo Constancio Miranda, acompañado del sacerdote Javier "Pato" Ávila a su diestra y el padre provincial jesuita Luis Gerardo Moro Madrid a su izquierda, iniciaron la misa exequial con el llamado a que ante la inesperada y dolorosa muerte de los clérigos, se hiciera un esfuerzo por levantar la fe a la mirada a Dios.

“Consternados ante este hecho, no podemos desesperarnos. La fe nos asegura que la vida de nuestros hermanos no ha terminado con esta muerte que contemplan nuestros ojos. Creemos que continúan viviendo en una dimensión distinta y ahora para nosotros incomprensible, pero no por ello menos verdadera”, expresó Constancio Miranda.

En torno al altar, dos decenas de sacerdotes jesuitas, diocesanos y franciscanos llenaron de blanco el espacio, al centro los ataúdes sobre los cuales colocaron las sotanas de los servidores de Cristo y posteriormente -abiertas- las Sagradas Escrituras.

En un acto fraternal, el arzobispo Miranda Weckmann y el padre provincial Moro Madrid posaron sus manos, al pie de los ataúdes, con los ojos cerrados como en una bendición. El cirio pascual fue encendido para que brille para ellos la luz eterna.

Foto: Gera Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

El aforo fue rápidamente alcanzado por los dolientes de los queridos misioneros, por lo que se armó un auditorio improvisado al aire libre sobre la calle 14 con una pantalla para que los fieles siguieran la misa. Un grito ahogado de trifulca se escuchó al interior cuando, con violencia, los asistentes luchaban por entrar a despedirse de los sacerdotes. El fervor fue aquietado sin mayores consecuencias por los elementos que custodiaban fuertemente el lugar.

En una de las bancas, la familia del guía turístico Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, quien fue asesinado junto con los sacerdotes. Con profunda tristeza sus deudos participaron de la ceremonia religiosa en la que se hizo especial mención a esta tercera víctima y por quien junto a los jesuitas se elevaron oraciones para su eterno descanso.

Foto: Gera Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

En otros asientos se encontraban los exgobernadores Javier Corral Jurado y su esposa, Cinthya Chavira; Patricio Martínez García y Fernando Baeza Meléndez. También Lucía Chavira, expresidenta del DIF; el deportista olímpico chihuahuense Horacio Nava, la expresidenta estatal del PAN, Rocío Reza, y el activista Julián LeBarón. El resto, ciudadanos –mestizos y rarámuris—, todos unidos en un mismo dolor.

Vergonzosa impunidad: Ávila

“Hoy, nos ha convocado la vida, no la muerte: Pedro, Joaquín, Javier. Qué difícil es despedirnos de nuestros seres queridos. La muerte es lo más inhumano de lo humano y nos deja llenos de preguntas. Se fueron sin pedir permiso y con su morral lleno de historias y de amores. Caminan adelante bienaventurados, alégrense, porque trajeron a la Sierra el Onorúame, Yerúame, al Dios Padre – Madre, que vive. Es muy fácil ser humano, pero muy difícil hacerse humano y en Javier y Joaquín encontramos a dos sacerdotes profundamente humanos”, expresó el padre Pato” Javier Ávila.

“¿Cuándo vamos a dejar de nombrar a Joaquín y a Javier? Sus nombres seguirán rebotando en el eco de los barrancos y en el susurro del viento que recorre los pinos y las montañas. Desde este recinto sagrado, espacio de reconciliación, paz y esperanza, respetuosamente pedimos al señor presidente de la República, revise su proyecto de seguridad pública porque no vamos bien y esto es clamor popular.

“Este evento lamentable no es aislado en nuestro país; un país invadido por la violencia y la impunidad. Nuestro tono es pacífico pero alto y claro, invitando a que las acciones de gobierno finalmente acaben con la impunidad imperante en nuestra sociedad. Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, tras lo cual los fieles ahí reunidos rompieron en aplausos, fuerte, sobrio y ensordecedor.

Foto: Reuters

No es suficiente con detener a un cabecilla: Moro

Los féretros fueron rociados con agua bendita por el padre provincial Luis Gerardo Moro y perfumados con incienso por el padre Ávila.

El representante de la Compañía de Jesús agradeció a quienes acompañaron a sus hermanos en el doloroso momento y expresó a las familias de las víctimas que no han dejado de pedir a Dios por ellos, que cuentan con su apoyo y afecto. Enseguida, dio a conocer un mensaje enviado por la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe, expedido, desde Lima, Perú.

“Hemos estado muy de cerca con ustedes en el dolor, en la indignación y en la espera. La sangre derramada de Javier y de Joaquín como señal de su decisión de defender la vida de todos y de todo, nos interpela y nos alimenta. Resucitados con Cristo, asesinado en la Cruz, son luz para nosotros. En nombre de todos y cada uno de los jesuitas de América Latina, en nombre de todas las compañeras y compañeros de este Cuerpo Apostólico, les saludamos con un beso de paz. Pedimos porque la sangre de nuestros hermanos sea semilla de justicia y libertad y ofrecemos toda nuestra solidaridad y compromiso para que la reconciliación y la justicia sean una realidad en México y en todas nuestras tierras”, compartió a nombre de Roberto Jaramillo Bernal, presidente de la Conferencia.

Foto: Reuters

Asimismo, el padre Moro narró cómo acompañado por el presidente de la Comisión de Derechos Humanos acudió a reconocer los cuerpos de sus hermanos jesuitas.

“Hoy con la muerte de nuestros tres hermanos, la recuperación de sus cuerpos y la promesa de la administración estatal de la próxima y pronta detención del sospechoso, nos damos cuenta que no es suficiente. No es suficiente. La realidad de violencia no se va a resolver sólo capturando a un cabecilla. Necesitamos cambiar nuestra cultura de violencia por una de reconciliación y amor. No queremos ni debemos quedarnos satisfechos. Si en 72 horas se lograron recuperar los cuerpos de dos sacerdotes y un laico, ¿por qué no hacer esto con tantos casos impunes? Ya no nos basta. No nos vamos a ir de la Sierra Tarahumara y queremos estar con nuestros pueblos indígenas pero también tenemos una responsabilidad moral de tantos asesinatos y personas desaparecidas. Exigimos que las autoridades cumplan con su obligación y deber”, aseveró al ser cobijado con aplausos de los presentes.

Los presentes gritaron a una sola voz: ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva el Padre Gallo! ¡Viva el Padre Mora! ¡Viva México! ¡Viva la Tarahumara! Y para finalizar nueve repeticiones de ¡Ya Basta!

La multitud se encaminó al altar para despedirse ante los ataúdes, unos se arrodillaban y dejaban un beso respetuoso sobre los féretros; otros caían de rodillas para llorar a sus muertos, las puertas se abrieron para permitir la despedida de quienes esperaban afuera.

Foto: Reuters

La comitiva de las diferentes etnias –en su mayoría, rarámuri- bailó nuevamente, hizo sonar los tambores y las sonajas además de ofrecer aromas de incienso hacia los cuatro puntos cardinales.

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En punto de las 14:30 horas, los cuerpos fueron sacados entre aplausos y cantos para volver a las carrozas que los transportaron hasta el poblado de Creel, en el corazón de la Sierra Tarahumara, y una parada para compartir con los fieles de la Diócesis de Bocoyna, ya que este domingo continuarán el viaje hacia Cerocahui, del municipio de Urique, donde se realizará una velación nocturna y el lunes se depositarán sus restos en el atrio del templo, donde fueron asesinados junto con el guía turístico el 20 de junio pasado.


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